Crónica de un desastre anunciado

Estoy sentado en el cemento de este mítico y célebre Centenario, con mi banderita bicolor en la mano, que asemeja una flama de confianza, estoy a la espera que la blanquirroja salga al verde, para que cuando me mire a la cara, me vea gritarle mi aliento con los dientes apretados y con el puño cerrado, aunque siento que ese grito, se pierde en la inmensidad de este coloso uruguayo o quizás porque los oídos indiferentes de estos jugadores, no quieren escucharme y solo atinan a mirar nerviosos como empieza a retumbar el estadio.

Ha empezado el partido y un extraño escozor recorre mi sangre, abajo hay un equipo de camisetas rojiblancas que empiezan a ordenarse y al otro lado un equipo celeste que poco a poco veo brillar mas de la cuenta. No hemos pasado los 10 minutos y un pase al vacío encuentra a Rodríguez y Forlan a contracara, el delantero del Atlético de Madrid le gana a la ingenuidad del peruano y le pega de manera sutil para hacer una parábola perfecta que supera a Butrón. El frío Centenario estalla como un bombazo y yo solo atino a esconder mi banderita bicolor entre tanto bullicio, empiezo a sentir un extraño presentimiento que me hiela la sangre.

Veo un equipo peruano de andar pausado y actitud temerosa, este Uruguay no es un gran equipo, pero empieza a ponerle raza a sus acciones y de a pocos va tomando las riendas, Guerrero nos demuestra que es lo mejor que tenemos y Vargas empuja con todo, Ñol, dice a gritos que no está para jugar los 90’, Mariño se va enredando con sus ganas de querer hacerlo todo y sigo sin entender que hace Cevasco en el campo, acaso y si se trate de escoger, resulte mas útil un Neyra para que al menos le pegue de afuera. Perez y Gonzales se anticipan y ganan las divididas, Lugano es un paredón y para entonces se ve de un lado a un Uruguay decidido y a un Perú ausente de categoría. Llega la jugada confusa y un penal discutido que el árbitro y Forlan inclinan la cancha, veo la cartulina roja a Paolo y ahora si que mi temor se hace desconfianza, tiemblo y me tomo el rostro, he perdido mi banderita bicolor, en señal de incertidumbre. Cuando Vargas deja el campo, me doy cuenta que ha quedado un equipo esmirriado, sin cuerpo ni sentimiento.

Para el resto del partido, no dejo de estar quieto, presiento que algo malo va a ocurrir. Jugada simple de rigor, esta vez Forlan le gana a Villalta y con testarazo débil hace explotar nuevamente el Centenario. Es el comienzo del fin, quiero irme de allí, pero algo mas fuerte que mis ganas hacen que recoja mi banderita bicolor para volver a sentarme en la grada, algunas lágrimas contenidas humedecen mis mejillas, aprieto los dientes y estoicamente miro como una y otra vez la furia celeste, se ensaña contra mi pesadumbre, uno a uno le va haciendo trizas a mi ilusión y en silencio, he terminado pidiendo piedad para este desastre que me deteriora el espíritu.

Resulta fácil en esta hora, despotricar y lanzar toda nuestra furia contra este equipo peruano, sin alma, que ha terminado entregado a su verdugo y se encuentra desangrado y moribundo, quizás muchos estén deseando bajar a la cancha para seguir pateándole en la cara, quien sabe son esos mismos peruanos moralistas que hoy están pidiendo a los sancionados, después que exigieron hasta que les dieran cadena perpetua. Quizás el "Chemo" haya pagado el derecho de piso y eso sea un argumento estúpido o inteligente, porque no ha renunciado, vaya uno a saber por cuantos miles de verdes razones contractuales. Quizás la renuncia de Juvenal Silva solo sea una gota en este desierto de torpezas dirigenciales. Talvez la razón de esta debacle no esté en estos jugadores, sino en el pobre entorno en que nos manejamos y del que a veces nos sentimos tan presuntuosos, como ese orgullo insensato que nos llena los bolsillos de satisfacción, cuando algún peruano se va a jugar por algún equipo sin nombre y en un país anónimo para el fútbol.

Algunas voces dirán que se vayan todos y que traigamos al mejor DT del mundo, hasta quizás sugieran nombres, pero esta no será la primera ni la última vez que nos pase esto, porque siempre llegamos a los mismos diagnósticos, pero la bola sigue rodando, se cambiarán jugadores, de técnico y hasta de camiseta, pero los de cuello y corbata seguirán en sus mismos lugares. Aún no ha terminado la eliminatoria, pero ya nos quedamos prácticamente fuera de otro mundial, a partir de mañana seremos la piñata de la fiesta, la carne de cañón para los otros que lucharán por llegar a Sudáfrica 2010, mientras los peruanos, una vez mas lo veremos por TV.

Esa es la realidad, dolorosa y fatal, pero tan nuestra, que nos ha hecho cómplices de su desidia y como que ya nos acostumbramos a dormir junto a ella.

5 comentarios:

  1. Matemáticamente todavía tenemos esperanzas de clasificar XD

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  2. Pucha si pues tienes razón; chequea este videito y ve lo que la gente opina de este desastre : http://www.utero.tv/2008/06/17/peru-0-quien-sea-6/

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  3. es verdad lo que dices tambien forma parte de nuestros problemas por que es nuestro pais y asi como hay deportistas que traen victorias al peru tambien hay que aceptar las derrotas de nuestros futbolistas.....estamos en nada la verdad

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  4. Definitivamente es deprimente el estar eliminados cuando recién se ha jugado un tercio de la Eliminatoria. Hace falta una política deportiva a mediano plazo en el país. Si ni siquiera existe el curso de Educación Física obligatoria en los colegios del Perú!!!te invito a que revises mi blog http://yorespirofutbol.blogspot.com

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  5. Es verdad Librano, tienes un dón para explicar las cosas tan tuyo y me ha impactado como te situas en ese hincha en el centenario con su banderita que ve como nos sacan el ancho y sigue alli hasta el final, muy buena la metáfora.
    En esta debacle todos somos culpables desde los hinchas jugadores y sobre todo esos que se hacen llamar dirigentes urgente se requiere remover la escoria, hay que sacar a Burga y decidir que el resto de la eliminatoria la jueguen los jotitas, total igual ya no vamos a ir al mundial.

    saludos

    Marce

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