El Señor de los cielos

TRIUNFAZO!!!
Son partidos como este, los que hacen olvidar a los peruanos, que hace unos meses tiraban por la borda todas sus ilusiones y pisoteaban su esperanza. Son triunfos como este, los que rompen los esquemas del sentimiento, los que desfogan las emociones y hacen samaquear el corazón a una intensidad de 9.9 en la escala de Richter.
 
Son epopeyas como esta, las que exaltan el fervor y unen en un solo abrazo a los 30 millones de peruanos, marcando la escarapela del orgullo patriotero en su pecho. Son este tipo de resultados, por la trascendencia, el rival y sobre todo porque se rompió una hegemonía de muchos años, los que en una etapa crucial de clasificación, encienden la flama de la ilusión que entusiasman más de la cuenta, desbocando el sentido común, el equilibrio y el raciocinio. Y es que el hincha es así, le cuesta entender que hay motivos para celebrar, pero también para poner los pies bien fijos sobre la tierra.
 
HAZAÑA EN LAS ALTURAS
Era un partido que definía la suerte de ambos. Debía asumirse riesgos para romper una supremacía de resultados adversos. Gareca optó por partir el esquema, fijando bloques de contención, con un 4-3-3 para controlar el posicionamiento rival y neutralizar el desborde por bandas, anticipando a los grandotes fuera del área. Arriba un tridente para hacer presión alta en momentos justos y ventilar la recuperación, evitando que Ecuador realice ese juego de demolición con sus aviones por los costados y cuando se tenía el balón, administrarlo con propiedad.
 
Fueron vitales en este orden táctico la zaga sin fisuras, con Rodriguez -pareciera que juega en la Premier League- ganando todo arriba, Ramos siendo la sombra y complemento así como Corzo para jugarse entero y cerrar su lado. Trauco, aún con desbalance y sufriendo el desborde de Valencia. Tapia como el soporte para recuperar y Yotún para la salida prolija. La ratificación de Cáceda repercutió en un arquero bañado en confianza y respondiendo acertadamente cuando le tocó actuar.
 
Costando la elaboración por la agresividad ecuatoriana en la marca, que importante resulta tener a Paolo arriba. Con lo que le cuesta jugar en altura, puede que no trascienda en el juego, pero es una pesadilla para el rival, logrando aligerar los espacios que recorren Cueva y Flores para el desequilibrio. Esta vez Carrillo fue el volante mixto para desbordar, pero copando defensivamente la franja por donde Ecuador es letal cuando hace la contra. Así como la tuvimos dificil, generamos de cara a la red. Los inicios de cada tiempo fueron trascendentales, para dar el equilibrio y oxigenación.
 
Europa nos ha devuelto a un Flores más entero físicamente, mas jugador, ya no es el “orejas” que solo escucha, también está bien de la cabeza y toma buenas decisiones. Si Perú hoy se ha reencontrado con los resultados, Flores ha resultado vital, marcando goles decisivos en momentos claves. Hoy es un referente de Gareca y funcional jugador, que es mas practico que vistoso, pero sumamente eficaz. En Quito no fue la excepción y abrió el camino con un sablazo cruzado que remeció el Perú entero.
 
Ingreso importante de Cartagena, en un momento crucial, quitó y la distribuyó adecuadamente, su actuación pasa por esa madurez futbolística que acentúa a su corta edad. Un buen prospecto y realidad vigente que se espera se consolide con más kilometraje. Cuando todo se orientaba que la “foquita” Farfan ingrese a recorrer la banda derecha y ser la puñalada asesina. Gareca optó por un “caballito” de Troya, un nombre desconocido para la zaga ecuatoriana, pero que en su mejor versión y apareciendo de sorpresa, hizo el segundo con una técnica exquisita, abriendo el pie y poniéndola tan justa a un rincón inexpugnable para Banguera.
 
LOS MOMENTOS DEL FUTBOL
Qué duda cabe hoy en día, el fútbol es de momentos. Mientras las selecciones referentes de Europa bostezan esperando a sus rivales de turno, en Sudamérica cada partido cuesta sudor y lágrimas. Los que empezaron como una tromba, han decaído por efectos de un recambio generacional que ha encontrado a equipos como Chile, Paraguay o Ecuador en momentos inciertos y a Perú en un momento sublime y con nuevos rostros. Argentina sin hallar el rumbo y Uruguay luchando siempre, aseguran una definición de infarto, como hace muchos años no se veía.
 
En el fútbol moderno las dependencias van quedando de lado, prevalece mucho mas el juego asociado y como las individualidades aportan al colectivo. Lo vemos en las selecciones donde los nombres relevantes no funcionan cuando deben ser equipo y les cuesta en demasía plasmar su categoría a los resultados inmediatos. Son estas eliminatorias las más duras y difíciles del mundo, donde cuesta demasiado sostener una regularidad.
 
TAN CERCA Y TAN LEJOS
Hoy seguimos tan cerca de las posibilidades reales de ir al mundial. Se depende de sí mismo y la capacidad para demostrarlo en el verde, pero a la vez nos sentimos lejos, por esas circunstancias ajenas que son parte del futbol, algunas que se juegan en un escritorio y otras que están ligadas al lado espiritual y mental, algo que adolecemos y que en el pasado nos ha pasado factura, que en verdad de Dios, esperemos no nos vuelva a suceder. No ahora que estamos tan cerca. Será vital en el tramo final de esta clasificación, la humildad, como el bálsamo para el manejo de las emociones y la jerarquía, para demostrar el aplomo y la capacidad en los momentos determinantes.
 
LA SUERTE DEL CAMPEON Y LA FE DEL HINCHA
Aunque siempre será discutible su existencia en el fútbol, mucho se habla de la suerte del campeón, aquella premisa que acompaña a los que logran objetivos sorteando dificultades que parecen inverosímiles. Quien sabe y si Perú clasifique al mundial, lo que más se recuerde, sea esa jugada fatídica de infarto que provocó el gol fallado por el Boliviano Justiniano en la puerta del arco peruano, en el minuto final, que nos hizo creer que ya nada pareciera imposible.
 
La bicolor se encuentra en zona de clasificación y a dos pasos de asegurar un cupo para Rusia. Es hora de poner los pies en la tierra, aún no es momento de comprar los boletos, ni de aventurar un epílogo glorioso. Por ahora solo se puede hacer las reservas, pero con cargo de devolución. Y cuan paradójico resulta el fútbol, que le brinda a Gareca la oportunidad, a su reniego de voluntad, de ir a Buenos Aires y darle a Perú la posibilidad más cercana de clasificación, en el mismo lugar donde un día se la quitó.
 
Se vienen las fechas decisivas en el mes de Octubre, mes de los milagros. El hincha peruano celebra jubiloso, porque tiene motivos para la sonrisa y hace de la fe una devoción en una montaña. Hoy ha ido a las Nazarenas, le ha puesto la bicolor al Cristo Moreno y ha rezado por su presente y su futuro, por este triunfo épico en las alturas, pero también para agradecer por esta realidad tan necesitada, al Señor de los Cielos.
  

TAS cerca y TAS lejos del mundial

Era un partido decisivo para sumar puntos y sobre todo para vigorizar la confianza de todos los peruanos, que después de un controversial y manoseado caso de escritorio, vieron con suma complacencia que la justicia, también podía ponerse minifalda, usar tacones altos y mirar traviesamente a través de la venda que cubre uno de sus ojos. El fallo del TAS fue una especie de colchón anímico, un respaldo adicional que podía catapultar las ilusiones mas lejos de lo imaginado y acercar el escenario de la realidad a este sueño etéreo en forma de balón, que apasiona e inflama el corazón del hincha que ha visto renacer sus esperanzas y se entusiasma en demasía con su selección, hasta el punto de jugarse la camisa por esta espinosa clasificación al mundial.
 
Por eso no ha sorprendido ver tantas caras de susto y tantas reacciones hostiles del hincha peruano después de un triunfo tan importante, porque al margen de que haya sido tan necesario y reclamado, es porque resultó gratuitamente sufrido más de la cuenta. Flores primero y Cueva después llenaron de oles inútiles y comparsas inoportunas, la algarabía premeditada del recinto de Ate, pero la superioridad reflejada en el marcador, nuevamente sacó a relucir el flojo manejo de la intensidad del juego, que se hace previsible e impreciso por momentos, cuando se confunde rapidez con apresuramiento, vértigo con ansiedad y sobre todo parsimonia con paciencia, algo reiterativo en este equipo de Gareca que ha podido resolver con el aporte vital de la individualidad. Fueron dos bombazos peruanos que hicieron estallar el Monumental y adelantaban la fiesta, pero fueron dos zarpazos altiplánicos los que provocaron primero un susto y una taquicardia premeditada en el epílogo, con el yerro de Cáceda y ese gol que pierde Justiniano en la jugada final, que definitivamente hizo creíble que Santa Rosita se puso la blanquirroja, estaba en la tribuna y se bajó al verde.
 
La discusión del arco, la definió Gareca, haciendo honor a la coherencia de su pensamiento, priorizando el manejo del grupo, algo que los resultados lo han avalado a medias quizás, pero que intenta transmitir muy por encima de los nombres. Todos pedían a Leao y si el fútbol es de momentos, Butrón debía estar, pero Cáceda fue el elegido en una muestra de respaldo a quienes han seguido el proceso. Controversial para algunos, coherente para otros y muy discutible para todos. Los DTs asumen riesgos y en este caso al tratarse de un puesto clave, el “Tigre” se la jugó entero por el portero crema y un error fatal, puede o no incidir en su continuidad, pero siguiendo el patrón de su conducción del grupo, el mensaje que viene sería de respaldo al joven portero. Cuestión de decisiones para Gareca y puntos de vista encontrados para todos.
 
Tácticamente se había trabajado bien el partido, ante la falta de Yotun, la salida limpia la hizo Flores y fue dúctil el “oreja” siendo el enlace y soporte de marca para Aquino, culminando con un zapatazo que levantó al Perú entero. Bolivia ha hecho sus mejores partidos fuera de casa, porque se le hace simple refugiarse atrás poblando la zaga y adormeciendo el juego, para buscar la contra desde el error rival. Muy diferente cuando juega en altura, donde sale a avasallar y abre mas la cancha. Perú optó por ser ofensivo desde el inicio con un 4-3-3 definido, ejerciendo una presión alta, anticipación de los centrales en media cancha y potenciando el desdoblamiento de sus hombres de avanzada. La “Foquita” Farfán fue un soporte vital, mostrando jerarquía y capacidad, para este tipo de partidos. Cueva sintió el respaldo y volvió a ser el desequilibrio latente, astuto y efectivo, que culminó con un golazo de antología y un par de pinturas llenas de picardía.
 
Renglón aparte para André Carrillo, lo reiteramos, si quisieras “culebra” si quisieras, serías un jugador de élite de talla mundial. Casi sin ritmo de competencia y siendo intermitente en el juego, fue la locomotora bicolor que generó peligro por bandas, cuando le dio la reverenda gana de meter quinta y ser un vendaval o cuando puso el freno de mano en plena marcha de manera descarada.
 
El fútbol de hoy para la alta competencia reclama mucho músculo, dinámica, velocidad y precisión, en ese contexto cuan valioso resultaría para el equipo si al menos 4 o 5 tuvieran el privilegiado físico de Advíncula, que está hecho un avión, el lateral se dio maña para la recuperación del balón en los contragolpes y sanear los errores de posicionamiento que Bolivia generaba en los pelotazos largos que complicaban a Rodriguez y Ramos. Trauco sin bajar de su regularidad, aún no recupera lo mejor que tiene en su botín y en su ánimo, por momentos quedó desacomodado y en salida no trascendió demasiado por su banda, pareciera que físicamente está bien pero ha perdido distancia, por su poca participación en Brasil. El resultado final encuentra a un equipo peruano remozado anímicamente, pero debilitado en convicción del sostenimiento del juego y la capacidad para manejar los tiempos, con instinto asesino para ser letal en la red y de actuar inteligente para el control y administración del balón.
 
Esta fecha ha dejado resultados beneficiosos a la vista, pero nada será favorable para la ilusión si no se clarifican en resultados positivos propios, en estas instancias de eliminatorias donde a costa de que faltan tres definiciones trascendentales, la bicolor se haya encaramado a una diferencia muy cercana de los que apresuran el paso para sacar el boleto para Rusia, no hay nada garantizado, pues el utópico sueño de ir al mundial condiciona a las otras selecciones que han subido la intensidad de los partidos y mas que jugarlos, los pelean y hacen prevalecer la categoría de sus jugadores, que en gran mayoría han poblado el universo del fútbol mundial. Se vienen verdaderas guerras encarnizadas, donde la jerarquía puede terminar definiendo las posiciones finales.
 
El hincha peruano sigue soñando. Anoche se acostó rumiando un triunfo que pudo tener una alegría exquisita y hoy se levantó con la calculadora en una mano y la tabla de posiciones en la otra, cerrando los ojos piensa en lo que falta enfrentar: Volar a Quito con la consigna de romper una hegemonía y robarle los huevos al águila, después, aterrizar en Buenos Aires, con la bizarra osadía de dejar a Messi sin mundial, para finalmente recibir en Lima a Colombia y quebrarle su contundencia. Menudo periplo que se nos viene –piensa-y si a eso le suma que los demás se juegan algo parecido, que una derrota es la sentencia final, observa la tabla nuevamente y le aparecen más dudas que confianza. Y aunque los partidos hay que jugarlos, en un análisis crudo de la realidad, hoy este Perú de Gareca, se encuentra tan cerca, pero también tan lejos de hacer realidad ese sueño perpetuo de ir al mundial.
 

 
 
 
 

Real Champions

Hablar de Champions es hablar de Cristiano Ronaldo y hablar del Real Madrid, será siempre vincularlo a su historia de manera meritoria. No hay duda alguna, que hoy más que nunca, el portugués es una leyenda viviente que en este tipo de competiciones de nivel superlativo, aparece como un Dios midas que convierte en oro todo lo que toca. De pronto no requiera aparecer en el partido de manera fluida en el juego, pero posee una capacidad física y mental para el desmarque, aprovechar su estado atlético y el radar que tiene en el cerebro, para estar siempre en el lugar y el momento oportuno, usando su técnica exquisita para la definición justa.
 
El apelativo de CR7 le cae perfecto para una denominación de Cyborg vestido de futbolista, programado para la alta competición, que tiene su lado humano en su nombre de creyente, que lo hacen un tocado del gol y decisivo en los partidos de trascendencia, motivos suficientes que lo ubican en el nivel más alto del firmamento futbolístico. En esta final hizo los dos goles que le faltaban para superar a Messi como máximo artillero de Champions y como siempre va por más, porque es un exigente apasionado de sí mismo, un peleador incansable que terminando un record está procesando el siguiente, como si fuera el último día para superar su propia marca, por ello es deducible que con todo el palmarés a cuestas, el próximo Balón de Oro, vaya a parar a su vitrina, con justa razón y firmeza. No hay duda alguna.
 
Pero hablar de CR7 como un fenomenal goleador, es hablar también de Real Madrid, como el equipo de rendimiento perfecto y plasmado en los resultados. Ha ganado esta Champions y levantado su 12° orejona con un contundente 4-1 ante una Juventus que desdibujó su campaña para llegar a la final y que se vio superado por una gran diferencia de plantel, porque cuando tuvo que mirar al banco para el replanteo, no encontró un referente idóneo, cosa contraria al banco merengue, donde Zidane se pudo dar el lujo de darle su carta de despedida a James Rodríguez y dejar para el aplauso final a Bale, hijo de Cardiff y un delantero de quilates a quien el “Gato” Benzemá con su rendimiento, le ha postergado al galés poder demostrar en el verde, toda la plata que pagaron por sus piernas.
 
Este Real Madrid, pareciera emular la hegemonía del Barcelona desde el 2009, consiguiendo rendimientos parejos y resultados contundentes, como este triunfo ante la Vecchia Signora, que hizo un primer tiempo serio, dejando una sensación de coherencia en el juego, pero que le quedó ancho el resto, donde los dirigidos por Zidane, doblegaron sus fuerzas a base de categoría de sus laterales, Carvajal prodigioso y un Marcelo imparable, pasando por un mediocampo formidable, donde Modric y Kross lideran la elaboración, Isco propone la inteligencia y Casemiro –cada día más jugador- imponen un ritmo impresionante cuando presionan y neutralizan, como cuando contragolpean y avasallan con un CR7 oportunísimo y letal, junto a un Benzemá muy laborioso y hábil.
 
Por el lado de la “juve” ni Dybala, ni Alves y menos Higuain, tuvieron espacios ni para pensar, Pjanic quizás fue de los más inquietantes. Pero la superioridad se mostró desde que Keylor Navas saca dos remates venenosos y blinda la defensa, para después ser un equipo compacto, dinámico y con mucha verticalidad, que lo hace contundente. Se hubiera pintado el escenario para una gran despedida de Buffon, quizás lo merecía, pero no alcanzaba lo que propuso su equipo, finalmente la sinfonía del triunfo pintó nuevamente al equipo madrileño para ganar esta tercera Champions y la segunda al hilo, siendo algo inédito en su historia. Que discusión habría para tamaña representatividad en las estadísticas, qué duda cabe para un real campeón.
 
Y en esta realidad tan real como el propio Madrid, queda un espacio para Zinedine Zidane, el extraordinario jugador francés que vestía de frac a la hora de entrar al verde. Zizou, con sus dos Champions en dos años (récord histórico y mundial), consolidó una época gloriosa al ganar tres de las últimas ediciones de la Liga de Campeones en un año en el que también se llevó la Liga española y la Copa de Europa. En este papel tan difícil que le ha tocado, más allá de ser el DT de un plantel glamoroso, ha debido ser el vínculo esencial para superar un grupo complicado, por las supremacías de los nombres, la influencia de los sentimientos encontrados y las luchas sentimentales de los egos mediáticos. Zidane ha logrado hacer prevalecer en el grupo un fin supremo en común, que tiene que ver con la exposición de sus mejores virtudes antes que sus principales defectos, se ha vestido nuevamente de frac, para ser el líder a seguir y que con su discurso ha hecho una predica que se ha visto reflejada en la solidaridad del equipo en los momentos complicados y en la buena relación interna, para ser un gran plantel que ha superado a ser tan solo un buen equipo.
 
Se ha ido otra final de Champions y cada vez se hacen más importantes los juegos de clubes de Europa, que se superan solo al nivel de un mundial, porque la industria del fútbol sigue contribuyendo que se invierta más en grandes jugadores, grandes inversiones y grandes campañas publicitarias que logran paralizar el mundo cada vez que se juega una final. La copa de la Liga de Campeones otra vez ha tallado el nombre del Real Madrid, el todopoderoso que reina por estos días y que mirando el horizonte no aparece un equipo que le quite protagonismo a su categoría, aunque el fútbol es de momentos y mañana puede que sea distinto el despertar, hoy es el momento de este Real Madrid fantástico, el de los rendimientos perfectos, los números reales y contundentes. Es también momento especial de Cristiano Ronaldo, un goleador de fábula y emblema de este Real Champions.
 
 
 
 
 

PERU #Una sola fuerza

No fue una noche cualquiera, no fue un día cualquiera, había un pueblo herido en su sensibilidad, unido por condescendencia para con sus hermanos que viven horas amargas, víctimas de un injusto sufrimiento extremo. Gente que ha sido castigada con el juicio final adelantado y la ira despiadada del cielo que ha descargado su furia cruel inundando sus hogares, perdiendo sus seres queridos y enterrado en un lodazal sus esperanzas de vida. Peruanos que han visto desaparecer ante sus ojos su pasado y su presente, viviendo un panorama de desastre y consternación, que ha calado hondo en el sentimiento de un país, que se encuentra más unido que nunca contra la desgracia.
 
Y ese pueblo entero se vistió de blanquirrojo, tomó su bandera de la ilusión eterna abarrotando la grada de nuestro remozado Estadio Nacional, uniéndose en un solo abrazo, entonando un himno nacional histórico y vibrante, sintiendo latir en la sangre ese minuto de silencio conmovedor, que para el equipo bicolor significó una inyección de ánimo y confianza, en un acto simbólico de desagravio para esa gente que sufre y que lo ha perdido todo y para ese hincha peruano, que se hizo más mortal y más humano. Y es que el fútbol es así de único, es el deporte que tiene el poder de unir y desunir emociones distintas, juntar pueblos y deshacer diferencias, quizás no pueda solucionarlo todo, pero es un aliciente para calmar la angustia, apaciguar el alma y complacer al corazón.
 
Y nuestra selección se hizo pueblo, se hizo esperanza, tuvo una motivación diferente, para intentar hacer un partido de 8 puntos con rendimientos parejos, jugando más con la cabeza y el raciocinio que el propio sentimiento y el corazón. En estas instancias de eliminatoria, los segundos partidos, tienden a definirse en los 20 minutos iniciales, el desgaste obliga a resolver y después aguantar. Perú con su historial disparejo de primeros tiempos terroríficos, ha tenido el temperamento y la rebeldía, como factores que han consolidado una forma de jugar y afrontar las dificultades que se dan en todo partido. Gareca, gran admirador de la técnica del futbolista peruano, ha potenciado la mentalidad de sus jugadores, hoy tiene un equipo con recursos escasos, pero que pelea siempre y no renuncia nunca, quien sabe lo más rescatable del “tigre”, sea la exigencia de tener claro que el resultado es el objetivo primordial y hay que meter, luchar, batallar y neutralizar al rival, pero jamás dejar de JUGAR, fiel a nuestro estilo, a nuestra costumbre y devotos de nuestra identidad.
 
Uruguay llegó a Lima con el ojo morado, el labio roto y el orgullo magullado, Brasil había hecho una fiesta en su propia casa y se había divertido a sus costillas. Perú en cambio venía de saborear un resultado esquivo, cuando todo apuntaba a pintar una acuarela de regocijo. Los charrúas venían a remendar una mala racha, hicieron su apuesta con gente experimentada en el medio para neutralizar la creación de juego peruano, asfixiar a Cueva y aislar a Paolo, sometiendo los espacios que queden de las divididas, para que arriba Luisito sea el “pistolero” letal cuando se encuentre con Cavani. El aguante celeste, era lo opuesto al zarandeo que el equipo de Gareca propuso en el arranque. El triunfo para Perú no era una simple necesidad, más allá de una urgencia de puntos, era una obsesiva y extremada obligación.
 
El fútbol moderno demanda hoy en día, mucho músculo, dinámica, velocidad y precisión, ninguno es excluyente y para la confrontación de alta competencia es una exigencia que la mayoría de jugadores sudamericanos desarrolla en Europa, en cambio para los nuestros son muy escasos, no tenemos tantos en ligas competitivas y tampoco en la continuidad que se quisiera. Nuestros recursos resultan exiguos, si nos medimos con planteles que juegan con su libro de historia bajo el brazo. Uruguay resulta un rival de fuste, desde la categoría de sus jugadores de renombre y su legado que siempre produce un respeto innegable. Pero en el fútbol, no hay que confundir el respeto con el temor, la mejor forma de respetar al rival es superarlo y ganarle con las mejores armas.
 
Y en la cancha Perú superó a un Uruguay corajudo, utilizando el plan más adecuado, prevaleciendo la posesión del balón y el control del juego, pero sobre todo por la eficiencia y precisión para su traslado. Ante un rival que volcaba sus hombres copando el campo, el arma letal fue el balonazo largo buscando a Guerrero a las espaldas de los centrales, jugando en campo celeste con el toqueteo avispado en tres cuartos de cancha de Carrillo, Cueva y Flores. Abajo otra vez el “mudo” Rodríguez, siendo ese Ángel que se suspendía en el aire y ganando todas por arriba y Araujo, sin tener nada de novel, jugando como experimentado. Un planteamiento inteligente para abrir la cancha, presión alta a los volantes de primera línea, Vecino y el “tata” González, cerrando las bandas para evitar las subidas de Pereira y Fucile, originando que Suarez y Cavani no reciban balones limpios. La idea no era poner todas las armas en anular a Luisito, fue mejor decisión taponear a quienes suelen lanzárselos. Entonces Perú hizo un fútbol que más vistoso o agradable a los ojos, fue primordialmente fructífero y eficaz.
 
Punto aparte para nuestro Paolo Guerrero. Tan nuestro que lo sentimos como un patrimonio nacional, es tremendamente conmovedor como se transforma cuando se pone la bicolor, pareciera que se enfunda de un vigor y potencia extremo. Se viste de gladiador y más que jugar, pareciera que luchara por su tierra y por su gente. Tuvo una primera jugada excelsa. Trauco le pone el pie abajo para templar la pelota y en el aire Paolo la domina con su botín derecho y antes que caiga define ante Muslera, caprichosamente no entró, pero por la plasticidad de la jugada mereció otra suerte, que de seguro estaría entre los goles de élite mundial. El empate fue una jugada calcada, Yotun muy lúcido, suelta un pase celestial que encuentra a Paolo y Godin palmo a palmo. Guerrero pone la cabeza y supera al uruguayo dejándolo desparramado con todo y su cartel, para definir de manera despiadada, segura y letal. Una daga asesina que se clavó en el arco “charrúa” y levantó todo un país. Que sería de nosotros sin Paolo, de seguro que en el tiempo, cuando ya no esté en la selección, más allá de extrañarlo, asumiríamos que hubo un antes y un después de Paolo Guerrero.
 
Otro que se ha trasformado en este equipo de Gareca es Jhosimar Yotun. Veloz, sagaz y muy preciso para recuperar y dar el primer pase seguro, se ha hecho un exiguo lanzador. Si antes fue una alternativa, hoy resulta una admirable realidad, pues el aporte del zurdo le da un aire distinto a un equipo que le cuesta adaptarse a la modernidad del juego, que exige dinámica y velocidad. De igual forma el aporte del “oreja” Flores, es admirable por como adiciona al equipo el desgaste en su recorrido al que le agrega fútbol y eficacia de cara a la red. Hizo el segundo en un momento crucial del partido, pero perdió otro que pudo ser de antología, cuando se encontró frente a Muslera y decide bien por sombrearla, pero ejecuta mal, al pegarle muy abajo. Ese 3-1 nos hubiera evitado estar al borde del infarto, cuando ese balón pegó en el travesaño y el árbitro no cobra el penal de Polo. Esta vez tuvimos al árbitro de buen amigo y a la virgen de la buena ventura detrás del arco.
 
Este triunfazo ha dejado alegría dispersa entre un pueblo que llora su desgracia, primero por la forma como se ha conseguido y también por la jerarquía del rival. Pero hay que ser conscientes que nuestras limitaciones nos obligan a tener que pelear siempre, no alcanza por ahora nuestra realidad, aunque la tabla clasificatoria se haya desbaratado y cualquier cosa pueda suceder, aún estamos lejos de hacer realidad el sueño. Pero hay que reconocer que la mayor virtud que tienen los peruanos, es su fortaleza para asumir la adversidad como punto de partida para resurgir de entre las cenizas o el barro de un huayco, en ello el fútbol suele ser un bálsamo y un factor anímico que alimenta el espíritu de su gente, para recuperarse de forma valiente, con coraje, uniéndose en un solo puño y haciéndose una sola fuerza.
 



No caido, solo desplomado

A estas alturas quien podría discutir que estas eliminatorias sudamericanas, son las más duras del mundo. Jugar espaciadamente, con jugadores que solo tienen 5 días de integración antes de cruciales encuentros y un DT que si bien es cierto cuenta con algunos meses para diseñar una estrategia, tiene poco tiempo para ejercitarla. Debe evaluar entonces como vienen física y mentalmente, además de su nivel competitivo, según su realidad debe tomar decisiones por pensamiento antes que por convencimiento. Difícil misión para los que carecen de ese universo de jugadores de jerarquía y sobre todo con kilometraje y horas de vuelo, vital para este tipo de partidos.
 
Y la realidad de estas eliminatorias muestra que solo Brasil -que anda en un estado de gracia- se consolida en el puntaje perfecto, con un futbol de ensueño, juega y encanta, pero también arrasa y aplasta al rival, sea en el Maracaná o el mismísimo Centenario de Montevideo, en gran parte porque ha encontrado la cohesión de un grupo de talentosos que juegan a un ritmo impresionante, encabezados por un Neymar, que está en la edad y el momento justo para pasar de ser líder a luminaria, porque Crack ya es hace rato. Este Brasil de Tité, a su talento innato le puso vértigo y juego parejo, pasa de primera a la quinta marcha de manera extraordinaria, con una dinámica y velocidad que es muy difícil de parar. Este Brasil, pareciera haber retomado su esencia natural, a la cual le ha agregado la fortaleza mental y la recarga muscular necesaria para apuntalar esa nave verdeamarella, que pareciera ya tener asegurada una suite en Rusia, donde buscará resarcir aquella vergüenza marcada en el alma, desde aquel mundial del 2014.
 
Son esos los momentos que tiene el fútbol -rachas que le dicen- tiempos que pueden ser cortos o espaciados y que equipos como Argentina, Uruguay, Colombia, Chile o Ecuador, no consiguen hasta ahora esa continuidad en juego ni en resultados como anteriores eliminatorias, donde a estas alturas ya se vislumbraban las diferencias. Hoy anda todo emparejado, aun y cuando los países referentes tienen jugadores regados por el mundo y en niveles de competencia superlativos, a veces pareciera que ello no basta, pues cada fecha doble debe programarse para jugar un partido con la cabeza y el otro con el corazón. Los resultados dicen que se puede tener un buen equipo, pero lleva ventaja aquel país que tengan un gran plantel, aunque ni siquiera Argentina con el mejor del mundo en sus filas, puede respirar tranquilo, pues ha comprado boletos de oferta para Rusia, pero hasta el momento, solo figura como pasajero en lista de espera.
 
Y Perú, nuestra selección, es un punto aparte, un párrafo excluyente, una clausula extracontractual fuera del contrato de adhesión sentimental que tiene con el hincha, con su gente con su pueblo. Jugadores sin continuidad, nombres que los fines de semana llenan portadas, pero que con la selección enfrentan otra realidad, otro escenario. Y a diferencia de otras selecciones, los nuestros muchas veces juegan más con la pasión, que la propia capacidad que le brinda su talento. Gareca nos ha acostumbrado a plantear equipos de acuerdo al rival, ha sabido recomponer en el camino las adversidades del juego y los errores que muchas veces son atribuibles a casos individuales, pero que deterioran el colectivo. Pero siempre ha estado presionado a imponer los nombres por encima de los hombres, por una cuestión de urgencias y resultados, en la cual le cuesta demasiado tomar riesgos.
 
Contra Venezuela, que tiene la suerte echada, este 2-2 por la forma como se dio tiene sabor amargo a derrota. Contra un equipo joven y tan veloz como el venezolano, es difícil enfrentarlo desde el inicio saliendo como una tromba, es mejor ser cauteloso, bajarle las revoluciones y hacer de la pausa y la paciencia nuestras armas. El planteamiento de Gareca fue irreal, una cancha mojada y césped disparejo, no es mejor escenario para tocar rápido, el partido estaba más para disponer la actitud como equipo que desarrollar la aptitud o capacidad individual. Y si a esto se le agregan goles en contra, mas por errores nuestros que virtudes del rival, todo se pone cuesta arriba, es la figura repetida de los últimos partidos y otro primer tiempo para el olvido. El segundo nos muestra de lo que es capaz Perú cuando toma decisiones, cuando se planta bien y arriesga con criterio, a pesar de las adversidades, logra emparejar y superar en juego, en capacidad, pero si la superioridad no se deja sellada en la red, lo que se dibuja en el verde solo sirve para la anécdota.
 
Nombres para resaltar, “Oreja” Flores y su madurez para trabajar los espacios, lo de Cueva y su constancia para mostrarse siempre, aunque la del último suspiro, cuando pudo ser héroe, decidió en dos segundos ser villano. Paolo letal cuando se devolvió a su hábitat, el área chica y dejó de deambular alejado del arco buscando hacer juego, fuera de lo suyo, el gol. Carrillo, si quisieras Carrillo, no serías una “culebra” que zigzaguea alegre y coquetona, si quisieras Carrillo, serías una cobra asesina, letal, calculadora y veloz para el ataque mortal. Solo si tú quisieras. Un equipo blanquirojo que sacó a relucir otra vez rebeldía, para levantarse de entre lo adverso y estuvo tan cerca de revertir una realidad, pero que nuevamente esperó el primer golpe para reaccionar y se quedó al final, como siempre, con el “pudo ser” y el lamento del “hubiera sido mejor”.
 
En el fútbol el resultado es el Dios, estamos demasiado cerca tanto para levantar la mano y decir adiós, como para hacer un puño y volver a la carrera. Pero viene al caso nuestra modesta posición inicial: No vamos a ir al mundial, no lo merecemos, no tenemos con qué, no tenemos competitividad colectiva, salvo algunas individualidades. Empezaremos a creer que es posible, cuando veamos que nuestros equipos logran competitividad y pasen al menos una fase de Libertadores o Sudamericana, cuando nuestra Sub-17 o Sub-20 clasifiquen a un mundial, demostrando que se está trabajando en serio nuestro futuro, cuando los progresos de los vecinos no nos sean ajenos y cuando por fin se entienda que al mundial solo se llega con planificación y competitividad.
 
Como peruano, solo queda seguir brindando el aliento constante a nuestra selección, somos luchadores por naturaleza que ponderan los logros desde la tragedia, es nuestra idiosincrasia, como País, como sociedad, en esas circunstancias nos unimos, nos hermanamos, pero nos dura tan poco, que cuando pasa todo, volvemos a ser los mismos peruanos de siempre, los mismos ciudadanos desentendidos y los mismos hinchas del fútbol, que exigimos más de lo que tenemos y pretendemos hacer realidad ese sueño mundialista que sobreviene cada vez que se empieza una nueva eliminatoria, finalmente a pesar de la realidad, seguimos siendo ese hincha que asume hoy que su equipo no está caído, solo se ha desplomado.
 
 
  
 

 

Barça Espectaculé

Que sublime resulta hoy el fútbol, cuando la nostalgia deja asomar los recuerdos de una jornada épica que nos regaló un Barcelona de Champions, en una grandeza de partido, primero por lo épico y después por lo trascendente que va a ser para el futuro. Y es que resulta tan difícil no dejar de conmoverse viendo nuevamente las imágenes de esos instantes finales, con un Barça jugado a muerte, en un asedio absolutamente descarnado, con Piqué jugando de 9 y a Ter Stegen de volante central, quitando un balón milagroso cuando el tiempo se extinguía. Un Messi desacomodado, aprisionado entre tantas piernas, un Luisito jugando con lágrimas en los ojos, mordiendo una angustia que carcome su raza y un Neymar prodigioso, excelso, extraordinario, pidiendo el cetro de nuevo Rey de Catalunya, haciéndose tan trascendental para generar la remontada, incluso cuando ya las fuerzas abandonaban a sus compañeros y la ilusión se desvanecía como agua entre los dedos. Neymar ha conseguido ser un crack entre tanto monstruo, le faltaba un partido como este para que se pinte como el próximo líder del futuro Barcelona.
 
Difícil entender como a uno nuevamente se le hiela la sangre, cuando Cavani puso la daga en la garganta para el 3-1 y esos dos mano a mano que pierde y nuevamente se paraliza el aliento cuando Mascherano recibe el perdón de Dios, por esa heroica como suicida barrida ante Di María, en lo que hubiera significado un masivo ataque cardiaco a los cien mil hinchas culés que empujaban el balón al arco contrario y una conmoción sentimental para todos los que se pusieron la camiseta del Barça en el mundo entero. Y es que aún siguen en carne viva las emociones vividas y que seguirán estremeciendo el sentimiento de los amantes del fútbol, por mucho tiempo, de ese fútbol que nos acostumbró el Barcelona, aunque sea una versión diferente al que defendía con el balón y era efectivo hechizando con su Tiki-Taka, pero que en esta gesta demostró que algunas veces el corazón tiene forma de balón y que sin dejar de jugar, se puede ser apasionado para buscar un resultado.
 
Se entiende ahora que aquellas caras largas de los jugadores del Barcelona en el Parque de los Príncipes, cuando el PSG había sellado la diferencia de 4-0, en un partido con baile que encontró al “fideo” Di María en estado de gracia, era el fiel reflejo de la ingratitud que tiene el fútbol a veces, cuando no juegas mal, pero tus intentos se hacen añicos ante errores que cuestan un partido y un jugador rival iluminado. Aquella vez, ese silencio cómplice entre los blaugranas y su hinchada, ante una presunta suerte echada, fue para repensar las cosas más que para reprochar algo. Fue una muestra de adhesión a la causa y un juramento sin palabras que debían marcar un hito en la historia. En estas instancias de Champions, donde los goles valen su peso en oro, este Barça debía pasar del encantamiento a la pelea descamisada y condicionarse a jugar pensando más que en remontar un partido, en defender un honor, obligándose a superar una vergüenza.
 
Me declaro confeso incrédulo y el más testarudo pesimista, que no se quiso sumar a ese ejercicio de fe que hizo el equipo catalán. Tenía claro que para remontar el 4-0 lapidario, el Barça debía jugar para 9 puntos y el PSG hacer un partido chato de 5 puntos. Había que marcar un gol rápido, eficiencia para neutralizar el juego de contra que impone Emery, así como una eficacia letal para llegar a la red, sin dejar que despierte el rival. Una tarea titánica, pero dos partidos no son iguales y los planteamientos técnico tácticos obedecen a las necesidades, a este en particular le sobraban las urgencias.
 
La clave fue el sistema súper arriesgado de Luis Enrique, un 3-4-3 con presión alta desde el inicio, ida y vuelta de Rakitic, los galones de Mascherano, la banda ganada por Rafinha y a Iniesta siendo el ancla del juego. Arriba, la trilogía del gol, Messi, Suárez y Neymar para demostrar que cuando están enchufados, no existe misión imposible, pues aquello que se pinta ilusorio lo hacen viable. La apuesta del todo o nada, la propuesta totalmente distinta al juego de París y un despliegue de energías magnánimo, encomiable para un planteamiento táctico tremendamente temerario. El fútbol moderno tiende a presionar a los técnicos a generar más riesgos en la consecución de resultados, pero se dan situaciones de juego como la de este partido, con un PSG que defiende una ventaja a ultranza y plantea matar de contra, generando mucho más apasionamiento que racionamiento, es cuando se debe apelar a la paciencia, para ir desmadejando opciones, neutralizando al rival en su cancha, presionarle la garganta para quitarle el aire y ser efectivo de cara al gol. La intención y las ganas están siempre para ambos, nadie sale a perder un partido, pero hay momentos que tiene el fútbol, en que por más que se intenta las cosas no salen bien. Esta vez el Barcelona, estuvo glorificado, pues el fútbol le dio la oportunidad de hacer el primer gol empezando el partido y de cerrarlo en el último suspiro. Estado de gracia que le dicen.
 
Difícil, muy difícil va a ser olvidarse de esta grandeza de partido, no se ven muy a menudo este tipo de proezas y uno no deja de estremecerse ante una epopeya de esta naturaleza. Y es que resulta imposible no emocionarse nuevamente al ver los hinchas culés y sus rostros de desesperación y plegaria, que explotan en un Camp Nou desenfrenado, sumido en un éxtasis de demencia colectiva cuando Sergi Roberto estira su propia sombra y pone el botín milagroso, para sellar una epopeya inolvidable y que en el epílogo dejó en el cielo una acuarela pintada de delirio azulgrana.
 
Una gesta que parecía imposible pero que se convirtió en la proeza más grande de la trayectoria de un club como el Barcelona, acostumbrado a ganarlo todo, de la manera excelsa y aristocrática de su fútbol, pero que de seguro le faltaba una hazaña inolvidable de esta dimensión, que traspase su propia historia, su propio legado.
 
VIVA EL FUTBOL!!!
 
 


 
 

Extrema definición

En el futbol, la instancia de los penales suelen ser la forma de definición más injusta, porque nada está escrito y nada está garantizado, pero es tan real y odiosa que en un solo instante mata ilusiones o desborda pasiones. Son esos momentos cruciales donde el ejecutante y el arquero tienen la misma relevancia, pero que el destino no respeta nombres ni pergaminos. Un penal lo pueden fallar Cazulo, Sawa, Zela, Cuesta o Platiní, Maradona o Messi. Son instantes fatales, que no siempre se relaciona con la capacidad, el talento o el equilibrio de poderes, es más una cuestión emocional, un estado mental que pasa desde la ansiedad hasta altos niveles de presión espoleada que termina marcando un resultado benevolente para el corazón cuando se gana, pero igual de doloroso para el alma cuando se pierde.
 
Fue la única manera de destrabar un partido áspero, donde Muni se puso a tiro de gracia para luchar un cupo en el podio, primero desde esa agonía para hacer la diferencia en su fundo de Villa el Salvador, después para afrontar con paciencia e inteligencia esta vuelta en el Nacional, ante un Cristal que tiene más nombres y categoría quizás, pero que le cuesta doblegar a su contrincante, se le hace difícil mantener el ritmo y terminan jugando como quiere el rival. Un trámite con más fricción y músculo que fútbol, un partido para definirse por un gol de diferencia. Cristal mas abocado en neutralizar, cortando circuitos de Ismodes, Lavandeira y García, con prodigioso trabajo de Aquino, un jugador de gran futuro que tiene el soporte de Ballón y Cazulo detrás para el equilibrio defensivo y de Calcaterra y Ramúa, en salida que forma parte de este Cristal más asociativo, de trabajos en bloques y solidario para la recuperación que suele hacerlo a veces carente de peso ofensivo.
 
Municipal mas peleador, equilibra el juego a partir de la presión en campo contrario, sin encontrar variantes, carente de salida limpia, porque no tiene en Gonzales Vigil a un referente técnico y Alfageme que pierde tan mal aquello que recupera tan bien. Le cuesta mucho la elaboración y queda más expuesto para luchar y desgastarse, que para jugar y encontrarse. Pero encomiable el trabajo edil, para siempre intentar sin desmayo, buscando el juego aunque a veces resulta tan predecible. En el tramo final la tuvo Cristal, pudiendo evitar la definición angustiosa, Calcaterra, se la devora dos veces seguidas y en el tramo final cuando el arresto físico era escaso, se hace relevante la figura de Zela, que pareciera tener dos resortes en las piernas, no paró de saltar y ganar todo arriba, en parte fue artífice para ir a los penales.
 
Una definición angustiosa y emotiva. Errar dos penales seguidos al inicio de la tanda, originó una presión adicional para ambos equipos, más aún si Penny ataja a García lo que hubiera significado un epilogo adelantado. El “loco” Delgado hizo lo suyo, pero no alcanzó, el “Lobo” y Zela ejecutaron bien en los entrenos, pero no vieron la luz en la hora de la verdad.
 
Aunque el “hubiera” suele ser una quimera y no existe para el fútbol, son esas circunstancias impropias del “pudo ser” los que se siguen regañando cuando ya no hay vuelta atrás y se debe aceptar el resultado con hidalguía. En el fondo el fútbol suele a veces tener esos actos de justicia que no necesariamente le crean una jurisprudencia a sus decisiones.
 
Este Municipal, que renació cual ave fénix y no hace mucho luchaba por no desaparecer, hoy es un equipo esforzado, irreverente a veces y muy solidario entre líneas, aunque es más seguro que deba rearmar su plantel de cara al próximo año, pues casi medio equipo está en los ojos de los grandes. Este Muni se quedó por muy poco, tanto como lo que le queda de oxigeno para disputar lo que resta, pero ha dejado a sus hinchas con un sabor a gratitud y orgullo, por dar más de lo que se podía y entregar algo que va mas allá de una camiseta y que está más ligado a una tradición arraigada en un pueblo edil que respira futbol desde antaño y porque en este torneo ha logrado hacer prevalecer la personalidad de sus hinchas y la nobleza de su historia.
 
Muni hizo lo que humanamente pudo, no hay nada reprocharle, quizás muchos sueños que volaron demasiado alto y que han costado un sufrimiento bajarlos a tierra. Esta definición pudo ser histórica, por la forma como se hizo esta campaña y por la forma como un grupo de jugadores lograron unir capacidades individuales, sumando a un colectivo que estuvo a un tris de hacer la hazaña. Pero ya ha pasado la euforia y la gente edil, como otras veces, levanta sus banderas, eleva la mirada y se va tranquilo, su alma está curtida para estos trances, llega a casa y enciende la vela eterna de la ilusión y deja tranquila su conciencia. Han habido golpes mas fuertes y vientos devastadores, que esto solo es una ventisca, un simple soplo a la emoción, que por un momento se hizo angustia y euforia, pero que ya se encuentra controlada.
 
A Cristal le espera un tramo complicado, le viene un Melgar que se le parece mucho, disparejos en el juego pero con algo que les falta a muchos, un buen plantel al que debe sumarle mucha contundencia y efectividad, a la hora de la búsqueda del resultado y la definición en el verde.