Brasil, en el nombre del fútbol moderno

Alguna vez Romario, el memorable goleador brasileño, puso a Dios como bandera para respaldar su propio nacimiento para bien del fútbol, incluso vilipendió mas de una vez con su cargado ego al mismísimo rey “Pelé”, todos lo acusaron de mezquino, pedante y ególatra. Sin embargo cada vez que entró a una cancha demostró su grandeza y con eso acalló las voces escondidas de los hinchas, incluso del propio periodismo. Algunas otras estrellas brasileñas, mas de una vez desairaron los códigos del fútbol y despreciaron la Copa América y aunque todos lo lamentaron –o condenaron- después, fue tibiamente escondido en una suerte de “comprensión” a evitarles la fatiga.

El futbolista Argentino, incluso el propio hincha, posee esa identidad que rebasa a veces los límites del equilibrio, una personalidad que lo hace feroz con sus jugadores -hasta en los mismos triunfos- y que es despiadado en las derrotas. Tiene ganada en el mundo una fama de pedante y vanidoso, tan propia como sus ancestros italianos. Quizás los resultados en el ámbito de clubes, últimamente les haya creado una supremacía en el continente o de pronto la presencia mística del D10s siga bendiciendo a sus herederos y eso no sea de agrado de algunos.

Ambos países tienen un privilegio en común, el parir cada día, nuevos y excelentes jugadores, con cualidades de nivel superlativo, que según su realidad, les brinda a sus selecciones una categoría mundial. Pero finalmente aquel ego o vanidad, tan criticada, en la practica vendría a resultar una suerte de plus, que le viene de linaje, de raza, una seguridad propia que los convierte en dioses omnipotentes, que deciden cuando hacer a los hinchas felices y cuando hacer trizas sus sueños y sus mas encendidas ilusiones. Y somos los hinchas quienes sufrimos –a veces mas de la cuenta- incluso hasta cuando nos identificamos con camisetas y realidades que no nos pertenecen.

Ambos son viscerales enemigos, y como hace 3 años en Perú llegaron a disputar la Copa América, con un ligero favoritismo Argentino, que fue determinado mas por lo hecho en la previa, que le creó un mérito anticipado: Está escrito que el fútbol es una cuestión de momentos y pasa por sacarle el mejor provecho a las oportunidades que se generen y también las que se presenten. Muchos dijeron que este Brasil sin figuras era un equipo sin alma, sin fútbol, el pueblo brasileño, estaba dividido, unos a favor y otros en contra de Dunga, un ex –jugador que nunca fue un dechado de virtudes técnicas, pero que tenía un corazón tan grande como el mismo maracaná.

Un equipo, es el reflejo de su técnico, intentar cambiar a un Brasil, acostumbrado a dar espectáculo, con jugadores de una técnica prodigiosa, de categoría mundial y un palmarés indiscutible, era una empresa imposible en teoría, Dunga hizo lo inteligente, pasarle la responsabilidad del favoritismo y jugar con el ego Argentino. A partir de allí crear una forma radical de enfrentar una realidad nada favorable, convencido de que la única forma de ganar este título, era aprisionar las ideas del rival, jalarle la alfombra y encararlo para respirarle la nuca, romper el circuito inteligente, sacarle el chip a esa máquina de hacer fútbol.

Argentina, se vio sorprendida, cuando pulsó enter alguien había cortado los cables, aquel vértigo y habilidad que puso sobre el césped, no estuvo unida a la justeza y la fidelidad de su inspiración, mientras Messi, Riquelme y Verón, intentaban la creación, ese tridente de cancerberos modernos, Mineiro Josué y Elano, le mordían los tobillos apoyados por Baptista y Wagner Love, en una lucha descarnada por el mediocampo, lugar crucial, estratégico que con mucha convicción ganó Brasil, en una labor sacrificada, de esfuerzo desmedido, pero gravitante en el resultado.

Mirar a Baptista y Wagner Love, despachando balones en defensa, tirándose al piso junto a sus centrales –impecables ayer- y pasar en cuestión de segundos al ataque, en un ida y vuelta que involucraba acompañar el talento de Robinho, para el desequilibrio, fue meritorio, digno de todo aplauso, muestra un Brasil desconocido quizás, pero altamente efectivo. Encuentra el gol temprano en la destreza y potencia de la “Bestia”, luego la fatalidad de Ayala, decía que era demasiado arriesgado darle mas espacios a un Brasil, que perdió a Elano pero marcaron el punto de quiebre del partido desde que ingresó Dani Alves, postergado al banco, pero que fue prolijo en la marca –factor importante del triunfo- y un vigor ofensivo desequilibrante.

En el fútbol, no gana el que lo merece si no aquel que hace las cosas bien. Este Brasil es distinto, con este título, habrá eliminado muchas contraseñas de acceso al fútbol vistoso, elegante, pero abierto ventanas al que es efectivo, el de resultados. Habrá que ver como funciona con esos monstruos del balón, que mirando por TV, se les habrá cruzado por la mente, que para entrar al equipo de Dunga, tendrán que ensuciar sus shorts un poco, ya no con una jugada espectacular, si no con una barrida para recuperar el balón. Quizás ellos lo saben bien, pues el fútbol moderno obliga a postergar el “jogo bonito” por una nueva forma de encarar los partidos, siendo SOLIDARIOS en la marca y EFECTIVOS en ataque, prevaleciendo para ello un estado físico formidable, superior, y en ello está la premisa, que mas que futbolistas, hoy en día se requieren de verdaderos atletas.

Brasil se llevó la copa merecidamente, pues jugó su mejor partido y Argentina -con una campaña espectacular- eligió, el día y lugar equivocado, para su desempeño más flojo, lástima por ellos, porque el torneo no se definía por puntos. Hoy Brasil celebra una copa mas para su vitrina, Dunga tendrá un valor agregado a su prédica resultadista, a desmedro de la vistosidad de su juego. Argentina en cambio, como en el 2004 alineó a sus máximas figuras, para tratar de quebrar esos 14 años sin ganar el campeonato sudamericano. Fue una apuesta y se perdió, de seguro que la lección dejará –sobre todo para los mas jóvenes- una amargura consabida, pero cuan importante resulte siendo ahora, ese ego o vanidad -muy magullada en este momento- para levantarse y volver a estar presente en otra instancia similar. Esa es su identidad y para ello –al igual que Brasil- cuenta con la madre naturaleza del fútbol que les brinda la suerte de levantar una piedra y encontrar un jugador de fútbol de categoría internacional.

1 comentario:

  1. brasil campeon!!!

    le duele a los ches...por sobrados....

    señroes en el futbol si se impone la logica, soloque bien llevada y planteada, si o no J.C. Uribe?
    chessss tan dificl es conseguir un buen DT. Y ahora dicen que viene Chemo...no pess
    mas decepciones esperan al futbol peruano.

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