No todo es baile

Era viernes 13, día fatídico del calendario, pero no para él, por eso se puso la camiseta con el mismo número, como para darle la contra. Minuto 20’, recibe un balón de espaldas y hace lo inverso al pensamiento del rival, girando para quedar mirando el arco, arremete como locomotora entre tanta pierna y ensaya el fierrazo que pega en la pared albirroja, fuerza la jugada y habilita a Paolo que hace un amague de giro que se devora la defensa y habilita a un desmarcado Farfán en el vértice del área. La “foquita” le pone la puntita, sopla la boquilla del cañón, le mete cartucho y descarga un disparo letal que se cuela por un lugar insospechado. Gol en un momento esperado y aprisionado en la garganta del hincha, que desahoga toda su alegría, revolcándose de éxtasis en la grada, mientras la “foquita” en una esquina dedica a su amada la pegajosa danza del To To que la gente ha hecho suya con reina incluida.
 
Se llama Renato y se apellida Tapia, tiene 20 años y jugó un primer tiempo memorable como si tuviera 30 y con varias eliminatorias encima. Una demostración del futbolista moderno, de biotipo perfecto, de físico privilegiado que nos devuelve Europa y con una lectura diferente del juego, que lo pone algunos peldaños arriba del jugador del medio doméstico. Tapia tuvo una actuación de 8 puntos al mismo nivel de Farfán –que haríamos sin ti Jefferson- que saltó a la cancha con esa misma convicción que lo ha acompañado desde que era niño, cuando empezó haciendo goles como delantero y hoy recorre la zaga, pasa por la media cancha y llega al área rival con sobriedad, para en un segundo retornar con humildad a su posición para volver a empezar. Un grato debut y una oportuna bienvenida a esta selección que carece de nuevos nombres de categoría.
 
Fue un partido durísimo y áspero, muy difícil de sacar adelante. Este Paraguay no es el mismo de la anterior eliminatoria, es una versión mejorada que juega en el pensamiento de su técnico el “pelado” Diaz, que sabe sacar provecho de las debilidades del rival, minimizando sus fortalezas a punta de empuje, marca asfixiante y presión alta en área rival. Gareca lo conoce bien, leyó el partido antes de jugarlo, lo imaginó mejor y lo dibujó tácticamente, desde el pensamiento del “pelado”. En la ausencia de Cueva y Carrillo, titulares del “tigre”, tiró a Farfán a un extremo y a Jordy por el otro, para trabajar en banda, con Claudio detrás de Paolo, para aguantar y ganar la segunda jugada cuando se atacaba y compensar por arriba al defender los ataques aéreos, que son la formula paraguaya de hacer daño y donde son especialistas. Tapia y Lobatón en una labor mixta, dejaban ver la intención clara de abrir a un Paraguay que agrupa gente al medio y no cometer el mismo error con Chile, que nos atacó con 8 hombres en bloque, sin dar respiro para elaborar juego y que nos mató con su martilleo incesante.
 
En un juego donde iba a existir mucho corte, la idea de Gareca de la alineación inédita –desde el arquero-se entiende desde la intención de poner delanteros que realicen labor de marca por las bandas, recuperar el balón cortando la cancha para iniciar el juego en un sector y terminar atacando por otro distinto, bloqueando las subidas de los laterales guaraníes, que lanzan centros para ganar por altura. Y el equipo cumplió en el primer tiempo su cometido, Paraguay no llegó más allá de un par de jugada de riesgo que mas fueron fallas de Penny. Para el segundo quizás perdimos la asociación para elaborar juego, el balón era más disputado que administrado, el juego era más peleado que jugado. No se pudo jugar bonito pero se jugó bien, que es muy distinto y lo último prevalece desde cómo se defiende y neutraliza al rival, hasta como se busca hacer daño. Lo estético va de la mano para algunas jugadas, pero nunca es una constante en el juego, salvo que te llames Messi o CR7 o tu equipo tenga una constelación de nombres relevantes.
 
Pero la gente pide más, el hincha exige mucho más. Ningunea al rival y critica los nombres y deja de lado la labor de los hombres. Si este Paraguay venía de hacer dos buenos partidos no era por casualidad, el “pelado” no vino a defenderse, quiso abrumar a un Perú para hacerlo perder rápido el balón y sorprenderlo desde la presión alta, pero si Penny no pasó sustos durante el partido, hay un mérito al trabajo defensivo, desde la apertura de la cancha y la función de los delanteros en los relevos y el recorrido por bandas. El hincha despotrica por Claudio, pero no analiza las pelotas que administró arriba y las que sacó en defensa. Paolo jugó para 3 puntos pero nadie dice nada. Increpa la presencia de Jordy que hizo labor sacrificada en las subidas del ataque guaraní. Reprocha el mal juego de hoy, pero ayer reclamaba resultados y el “hay que ganar como sea”. Cuestiona a Gareca en su idea de priorizar los momentos de cada jugador y exige a Joel Sanchez, que últimamente juega mal y es cambiado en su equipo y le pasa la factura física por los dos años de inactividad. A Gareca finalmente el resultado le dio la razón en parte, pues si algo le observamos son los 30 minutos que le sobraron a Pizarro, para oxigenar a Lobatón que mejoró desde la entrada de Ballón.

Que fue difícil, no hay duda, estas clasificatorias pasarán a la historia por ser las más duras y parejas del mundo, para el equipo peruano será doblemente complicado sacudirse de un comienzo incierto, afrontar lo que viene con lo poco que tiene y lo mucho que se exige. Lo más probable es que otra vez el sueño de ir al mundial se quede doblado debajo de la almohada, pero mientras existan posibilidades, hay que seguir bregando, no hay de otra. No solo hay que esperar que el equipo juegue bien como uno quisiera, también hay que esperar que consigamos en el trayecto un verdadero plantel que garantice no un partido, si no un proceso. Se ganaron tres puntos obligados, pero el hincha sigue reclamando y criticando, aunque sigue celebrando y bailando. Se viene Brasil, pero es otra historia muy distinta, como cada partido de estas clasificatorias, que se hacen eliminatorias, desde lo que exigimos, sin aceptar primero lo que somos y lo que tenemos, para buscar lo que podemos.
 
 
 
 
 

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