El maná del fútbol peruano

El fútbol es y seguirá siendo una pasión inconmensurable, insensata y hasta incomprendida, porque logra apaciguar los lamentos y disimular la frustración, sobre todo para el hincha peruano, ese que ha hecho del sufrir, un estado de ánimo natural, que se aventura a soñar que vuela alto, cada vez que se echa a rodar un balón y que siempre aterriza con las alas rotas, el orgullo magullado y el desencanto pintado en el rostro. Seguimos siendo cola de furgón en América y nuestros equipos peruanos no trascienden internacionalmente, pero el hincha no se resigna y busca satisfacer su sed de pasión, refugiando sus emociones con lo escaso que encuentra en la despensa del torneo domestico.

Y el hincha se ha bancado este Torneo del Inca, que recién en su etapa final ha podido desmadejar su concepción, su objetivo muy poco conocido y menos difundido. Han quedado los cuatro que mejor hicieron las cosas desde la perspectiva de lograr resultados óptimos en base al mejor uso de sus planteles, que a una buena disposición de sus equipos. Un torneo corto que ha medido capacidades colectivas y que ha dejado nombres nuevos y otros consolidados que han logrado ponerse en la palestra.

Meritorio lo de USMP, que ha partido literalmente de cero, apostando por un plantel nuevo y de largo aliento, con un promedio de edad muy joven, un DT astuto y aventurero, demostrando su dirigencia mucha seriedad cuando de traer extranjeros se trata. Se ha quedado por muy poco, pero nos ha dejado la sensación que su juego no es casualidad y si mucho de disciplina táctica. Quizás le cayó encima la historia de un Alianza más entero y ducho para afrontar partidos complicados. Pero ambos nos regalaron partidos intensos, más apasionados que estratégicos, pero igual de emocionantes. Quizás más el primero que el segundo. USMP pudo haberlo liquidado en Matute o pudo sentenciarlo en el Miguel Grau, pero el fútbol no se mide por intenciones.


Alianza ha reconvertido su esquema, su forma de jugar, ha dejado de intentar imitar el estilo “charrúa” y ha dosificado los hombres y los nombres. El “topo” se ha reinventado en estrategia y juega de acuerdo al rival. Aunque las intermitencias de su juego han podido costarle este cupo, ha sostenido resultados desde la pasión con la que se entregan sus jugadores, tranquilamente en esta semifinal se hubiera ido masticando ansias, pero desde el banco se ha tenido el temple para poner los nombres justos en el momento justo. Alianza tuvo la contundencia de esos boxeadores que reciben golpes mortales, pero que saben recomponerse y asestar el de KO.

En la otra llave la UCV ha superado a un Garcilaso que ya no juega a un solo estilo de pelotazo cruzado y provecho de la altura, porque tiene un nuevo aire y ahora intenta creación abriendo mas la cancha, intenta jugar más y desbocarse menos. Vallejo fiel al estilo de Navarro, con un planteo serio y meter por aire mar y tierra hasta agotar las municiones. Ambos equipos han cambiado su carácter, su estilo y aunque se cuestione la forma de la clasificación de la UCV, finalmente solo le da con justicia a quien no desmayó nunca y no dejó de luchar hasta el final.

Algunos podrán decir que si Maná de la USMP hacia el gol que falló clamorosamente y si el arquero de Garcilaso no fallaba por canchero, se podía estar hablando de una misma historia pero con distintos actores. Y es que el fútbol es así, no existe lugar para el “hubiera” porque es una lucha de oportunidades y circunstancias, que se generan desde la actitud con la que se sale al verde. Es una cuestión de momentos que dejan siempre la sensación que todo puede cambiar en un segundo, por una buena decisión o una mala disposición. Allí está la clave de la pasión.

Se viene una final con mucha expectativa y de seguro el nacional lleno. Y es que partidos como los que se han visto, le hace bien a nuestro decaído fútbol, es quizás esa inyección de ánimo y aliento que hace feliz a la mitad de un pueblo. Logra que las emociones vayan in crescendo y alivien las frustraciones que mantienen el corazón magullado. Ojalá y Alianza sea fiel a su identidad y Vallejo a su estilo, esperamos, deseamos, exigimos buen fútbol, hasta creo que lo necesitamos, porque los buenos partidos y los buenos equipos no caen como maná del cielo en nuestro abatido y demacrado futbol peruano.



 

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