Una lágrima crema que derramó el vaso

Debemos empezar diciendo lo mismo con lo que terminamos el artículo anterior. Una cosa es nuestro torneo doméstico, ese que resulta tan paupérrimo y al mismo tiempo nos llena los bolsillos de ilusiones efímeras y cansadas, pero otra es la justa internacional, allí donde más que un escudo de club tatuado al pecho, se tiene que levar la categoría para marcar la talla y hacerse grande representando a su patria. Y es que resulta película conocida, ese estreno de nuestros equipos peruanos en torneos internacionales, siempre la misma historia, eliminados en el primer round con golpe directo a las ilusiones maltrechas.

Universitario, ha terminado de empacar en Quito la maleta de las esperanzas rotas y regresa con el mismo rostro desencajado con el que partió de Lima. El rival ya había mostrado en el partido de vuelta que solo era de esos equipos sin argumentos consistentes de estructura y se esperaba que de local salga como una tromba a despedazar a este equipo crema que salió ultradefensivo. Pero el partido no demostró ello, por el contrario se vio a un Deportivo Quito que jugó a cerrar las brechas que mostró en Lima y fue, eso si, un cuadro sólido en defensa. Sus laterales Corozo y Nazareno volvieron a ganar los laterales y fue donde se empezaron a generar el poder ofensivo que fue dejando el balón en campo crema.

Con Candelo sin encontrar socios, la “U” solo quedó a merced de lo que pueda generar Hurtado y un “malingas” Jimenez que por enésima ves pone sobre el tapete su endeble razón para estar desde el arranque. Mientras Donoso y sobre todo el conocido Saritama por el lado ecuatoriano fueron creciendo en cada minuto, era de esperarse entonces que los goles furan cayendo en saco crema, primero por una tontera para el penal de Araujo y después el “gato” Fernandez que se devoró un tiro libre que se le coló para decretar un 2-0 que hacía más difícil remar contra corriente.

Después a la “U” solo le quedaron ansias y mucho ímpetu, pero que lejanos aquellos días cuando, se ufanaba de ser un equipo copero y que remontaba los resultados cuan más difíciles, esta vez solo un autogol en el epílogo, creo esa extraña como taciturna sensación, pero sin ningún argumento concreto solo era una cuestión de apelar a la diosa fortuna. Alli quedaron los pensamientos y se apagaron con el pitazo final que cerró la persiana a otra decepcionante participación peruana.

Ahora de regreso, Careca va a tener que hilar fino, el torneo doméstico no sonríe la tienda crema, tiene que resolver primero sus asuntos con el “bidón” Neyra, él se siente el hijo predilecto del DT y entonces sus malacrianzas han vuelto a golpearle su endeble personalidad. Careca lo puso en un pedestal y será el mismo el que lo baje de su nube, menudo problema interno que ya empieza a mostrar una cara nada buena para lo que le resta del clausura. Definitivamente que esta eliminación ha sido la gota de lágrima que rebasó la paciencia y la ilusión, ahora solo queda apuntar donde mejor le fue, o sea en nuestro informal como indigente campeonato local, porque en el nivel internacional, demostró demasiadas carencias.

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