
Últimamente, cuando Jonnier Montaño entraba a la cancha, no denotaba esa chispa que augure una buena actuación, tampoco en el campo encontraba respuestas para sus ideas que siempre se perdían en la inoperancia de un Benavides, que pareciera haber tocado techo y un Manco, que anda mas preocupado en su peinado y su bolsa de viaje que en bregar por su equipo. Ayer fue distinto, el “potoncito” entró enchufado, desde el inicio se le vio brioso y con otra actitud, pues encontraba una coherencia entre lo que su rapidez mental centellea para ejecutar buenas asistencias y el desequilibrio que genera, cuando suele iniciar el arranque individual. El colombiano tiene una visión panorámica privilegiada del juego. El aporte de Aguirre le cambió la cara a este Alianza carente de fuerza arriba, su rapidez fue un arma letal para meterse entre defensores celestes y crear dudas, la dupla funcionó perfecta he hizo daño muy temprano.

En el fútbol a veces se debe actuar como en el boxeo, si al rival lo tienes contra las cuerdas, indefenso e inoperante, tienes que noquearlo y liquidar la pelea, porque si no lo haces, puede tomar un segundo aire, recuperar el aliento y en un acto de coraje indomable, te voltee la pelea y termines con la cara contra el piso. Alianza pudo escribir una página distinta y un marcador inimaginable, pero los pies de Aguirre y Montaño se enredaron con su ímpetu, talvéz confiados en que la luz de su magia seguiría encendida, pero no contaron que este Cristal se va haciendo mas fuerte con los impactos y va demostrando que a veces no siempre se jugará bien, pero si se deja el corazón en la cancha, los resultados pueden acompañar y quien sabe sea el punto de partida para que empiece a dejar en el olvido la campaña anterior. Aun falta mucho, por ello esto recién empieza como para ponerles carteles de favoritos a nadie.
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