Champion Chip

El conmovedor y estupendo triunfo del “Atleti” ante el Chelsea tuvo su valor, por tener al frente a Mourinho, el mayor exponente del futbol defensivo e inexpugnable. Aquel día el colchonero hizo gala de una rebelión provocadora y expuso agresividad, táctica, inteligencia para doblegar al rival, pero sobre todo, jugo bien al futbol. Se hizo una versión mejorada de sí mismo. El título de la liga, fue la consecuencia de su buen momento. Un equipo que no necesitó poner un camión en su arco, presionando arriba, corriendo lo que necesitaba y jugando lo que podía. Demasiado compromiso y mucho vigor para pelear y ser un justo campeón. Hubo desprendido derroche de energías, demasiada celebración, pero un natural desgaste que más temprano que tarde te extiende la cuenta. 
 
El Real Madrid en la previa fue el enunciado del futbol moderno en su máxima expresión, agazapado con inteligencia, jugando a la velocidad del ultra sonido y con la precisión escrupulosa de un bisturí. El cuarteto de porta aviones con Bale, Di María, Cristiano y Benzema, no corrió, voló y muy alto. Ancelotti la tuvo siempre clara, si todos trabajan para el equipo y luego aparece la calidad individual, se da el partido perfecto. La paliza a la aplanadora del Bayern Munich lo confirmó y de qué manera. 
 
Con estos antecedentes, la final de Champions era el partido más esperado y el mundo en forma de balón se hizo uno solo. Una final madrileña, en un lugar lejano de casa y que paralizó los corazones de millones de hinchas. Se habló mucho que en Lisboa, CR7 sería el mimado y que el duelo entre “colchoneros” y “merengues” se definiría en las propias áreas. Pero el futbol de hoy, no solo da respuestas devenidas de la estadística o los fríos números resultadistas. Jugar para cuidar el cero no garantiza nada, un error individual y chau sistema, el replanteo no da espacio para márgenes de error continuo y aquí tiene que ver mucho un factor que se ha hecho ineludible en el futbol de hoy, que es el estado físico. Hoy, más que futbolistas, se requieren verdaderos atletas. 
 
Y fue una final con emociones, con nervios, garra, fútbol y drama, como deben ser todas las finales. Se esperaba que el RM sea el que proponga y el AM el que espere y responda. Pero fue el “Atleti” el que se expuso, Diego Costa se fue rápido, confirmando que su presencia obedecía a una urgencia que se zurró en el parte médico. Un primer tiempo donde el Colchonero se empotraba y presionaba en mitad de cancha complicando la posesión del Merengue. Había que frenar el vendaval blanco y los fines justificaban los medios. Andanada de faltas incesantes que pinto de amarillo a los albirrojos. Hasta que Casillas fue el mejor delantero del AM, salida infantil y nuevamente Godin puso la testa para generar el delirio en la tribuna y consolidar un efecto multiplicador en la cancha. Presión asfixiante, desesperación del rival y defender lejos de su arco, usar el reloj como el viento, para azuzar las velas de este barco que navegaba en mares de intranquilidad, buscando arribar pronto. 
 
El trajín albirrojo y su conmovedora solidaridad lograba que el RM se vea un equipo abrumado, desesperado y predecible. De salir con la mentalidad de ganar de contraataque, se quedó sin espacios y el argumento del bombazo fácil a Di María, porque CR7 estaba en un cerco eléctrico y Bale no acertaba de cara al gol, fue una oda a la improvisación. Ancelotti tuvo que cambiar el chip. El plan ofensivo inicial, se cambió por una exasperada manera de insistir con los centros. Una y otra vez, caían los balones sin punto fijo. Uno insistiendo y el otro aguantando. El tiempo, enemigo cruel para el que va perdiendo, le estaba dando los santos oleos al Real y haciendo realidad, el milagro del “cholo” Simeone. Pero los partidos y sobre todo las finales, se juegan y se viven desde el primer minuto hasta el último. No al 90” ni al 92”, solo hasta el último. Se llegó a ese epílogo milagroso, donde los mil centros del RM se hicieron plegarias y uno se convirtió en bendición. Sergio Ramos –otra vez- para poner su cabeza triunfadora y traer a la vida a este Real Madrid que volvió a respirar, después de haber estado en estado de coma. 
 
El primer suplementario sin novedad al frente. El Real bombardeando y el “Atleti” soportando con valentía, aparecieron los calambres, los cambios obligados que al final se pueden ver equivocadamente como errores del “cholo”, pero las epopeyas de clasificación y el título de liga, empezaron a pasar la factura. El AM había aguantado más de la cuenta, incluso a costa de verse mermado físicamente, hasta el punto de sentirse anémico de vigor, de fuerzas. Es en este trance, donde las piernas no obedecen al cerebro. El cuerpo se hace un guiñapo y solo queda sacar fuerzas de donde no existen y el amor propio, solo permite que se juegue esperando que el tiempo sea generoso.  
 
En el segundo suplementario cambio todo y aquí se consolida un concepto que algunos les cuesta aceptar en el futbol de hoy. Cuando los sistemas del rival son exageradamente defensivos y se hace imposible romper los cercos, o el rival por urgencias o necedad se mete en su arco, la única manera positiva es apelar a la individualidad. Aquí se tiene que poner en la mesa los costos de las plantillas y su verdadero valor en la cancha. Y aquí apareció el ángel salvador. Di María, en una corrida memorable, amontonó rivales, hizo un rush impresionante, se internó al área y definió bien, mejor fue la respuesta de Courtois, pero la dejo libre y Bale en su único acierto, puso en la red el gol de los 100 millones de dólares y allí se acabó todo. La reacción natural del AM solo dejo los espacios necesarios para que los portaviones merengues, concluyan el bombardeo, con detonaciones dirigidas a extinguir las ultimas fuerzas del enemigo. Los goles de Marcelo y el penal de CR7 solo fueron el epílogo, para una final de Champions llena de emociones. 
 
La diferencia en el marcador no es tan “Real” no hay mucho para argumentar un triunfo tan sorpresivo. El sistema inicial del RM tuvo un punto de quiebre desde sus carencias del juego y la imperiosa necesidad de justificar los 700 millones invertidos. Aquella premisa de que los equipos grandes y poderosos son favoritos colisiona con la realidad de encontrarse con equipos de menos presupuesto, pero altamente combativos y vigorosos como este “Atleti” que solo pudo ser vencido cuando las fuerzas físicas se hicieron intenciones y desfalleció en las instancias finales, que es donde realmente se definen los campeonatos. Pero hay un aplauso de pie para el “cholo Simeone y este grupo que lo llenó de orgullo por todo lo que vale y por todo lo que le regaló en esta temporada. 
 
El futbol se ha modernizado tanto que se va haciendo hora de cambiar el chip. Hoy el estado atlético resulta siendo primordial para que los sistemas tácticos tengan éxito. La unión material de lo físico con el talento, es una obligación. Finalmente el respeto por un estilo, solo sea una cuestión de gustos y ser pragmáticos antes que encantadores, quizás sea la tendencia moderna para romper paradigmas. Hoy, el Real Madrid reivindicó el concepto que los sistemas defensivos más inexpugnables, se pueden romper con una individualidad, a cargo de los verdaderos cracks y su jerarquía. Hoy, el AM nos mostró que el corazón, es un músculo sano, que ayuda al ánimo en el futbol, pero a veces y solo a veces, con solo eso no alcanza, mucho menos para una final de Champions.