El ciclon que devastó la caldera

Aquella pelota en la testa del “Burrito” Ascoy que se fue afuera, cuando lo más difícil era fallar. Esa otra pelota envenenada que la esperaba Tejada y apareció la humanidad inoportuna de Zúñiga para mandarla a un costado besando el madero o ese balón caprichoso que pegó en el milagroso horizontal, fueron oportunidades que en el partido de ida, solo quedaron como anécdotas y hasta se asumió la presencia mística de los “Potrillos” fallecidos en Ventanilla, que merodeaban y salvaguardaban el arco aliancista. Pero en ese partido, Alianza no solo se encomendó a todos sus santos para ganar el primer tiempo de los Play Off. Tuvo orden desde el arranque y un planteamiento que le permitió aprovechar el desorden del Aurich y asumir desde la experiencia de Jayo y la frescura de Arroe, sacar una ventaja favorable de cara a la definición en casa, con su gente y con olor a multitud.

Pero cada partido es una historia distinta. En Matute, de local, quienes debían ser los acelerados y descontrolados eran los de rojo y los que tenían la obligación de hacer del control emocional un credo y una divinidad, eran los de pecho blanquiazul. Era una cuestión de poner los hombres pensantes y los que saben ser sabios antes que impetuosos, los que hacen el equilibrio cuando se calienta el partido y los decibeles aumentan desproporcionadamente. Debían aparecer los que saben manejar los tiempos oportunamente y llevan el partido hacia su conveniencia. Era la oportunidad de hacer prevalecer esa jerarquía, tan necesaria para este tipo de definiciones.

Pero esta nueva historia se empezó a forjar desde la actitud. Mientras Alianza se acicalaba para salir a la fiesta preparada con antelación, el Aurich vino vestido con ropa de faena, envalentonado y prepotente, salió arrebatado a definir todo de un solo disparo, sin dejar que Alianza siquiera se diera cuenta que le abrieron la puerta trasera. Un Chiroque avasallador, Tejada encarador y un Merino fantasioso y efectivo por momentos, contagiaban el vértigo de un ciclón que empezaba a soplar y muy fuerte. Un Alianza sorprendido, maniatado, ahogado y respirando por la boca. Tuvo que salir “Periquito” lesionado, para que bajen las revoluciones y ver una reacción grone. Pareció que Montaño despertaba y Hurtado se metía al partido. Se equiparaban las fuerzas y se calentaban los ánimos.

Para el complemento, el banco fue decisivo, pero también la diferencia de plantel. Umaña, viejo zorro de estas lides, tuvo una mejor lectura del juego, tirando a Ciciliano y Zúñiga para forzar que no salga Alianza y Arroe tuvo que cambiar a Ovelar por fatiga muscular. José Carlos Fernández, es voluntarioso e impetuoso, pero de lejos el paraguayo es mucho más valioso, para cuidar el balón y tener presencia en el área. Bazán se fue expulsado y Alianza se vio tocado de nervios. Jugaba con descontrol emocional, se perdió la tranquilidad y aumentó la zozobra. Ciciliano fue tomando los hilos y su figura se elevaba por sobre el resto. Empezaba la danza de las tarjetas amarillas y el condicionamiento de las faltas por Carrillo, a quien se le escapaba el partido.

Alianza en contraataque, genera el gol de Fernández, que la mete escandalosamente con la mano. Debió ser expulsado, Carrillo le perdonó la vida y empezaba a jugar gratis. La respuesta vino con trepada de Guizazola, la arremetida de Zúñiga, para anotar en el arco de Libman y Matute se convierta en un sepulcro. La fiesta se iba al tacho y el partido se hacía más trabado y luchado que jugado. Poca claridad y demasiada fricción. Se empiezan a perder los papeles y cuando se hacía más necesaria la paciencia y el equilibrio, primero se fueron expulsados Zúñiga y Rojas por el Aurich y después al final Montaño. Alianza termina perdiendo el partido, pero recién va a sentir su ausencia cuando extrañe al colombiano, como en toda esta tarde.
Ramos y Fleitas chocando nerviosamente en propia área. Libman haciendo de delantero desesperado y Arroe mirando el banco sin encontrar alguna respuesta. Imágenes paganas de un Alianza que asumió un encuentro con la conformista actitud de buscar un empate y se encontró con un Aurich que vino a ganar o morir y luchó cada pedazo de terreno, haciéndose fuerte de la cabeza, encontrando los hombres perfectos para un plan de asalto a la caldera, que hirvió de pasión, pero se congeló de la impresión. Un Alianza que no supo tener equilibrio emocional y terminó siendo víctima de su propia vehemencia, por no querer perderlo, pero tampoco tener claro, como ganarlo.

Alianza y Aurich, tendrán que definir en un tercer partido y los chiclayanos parecieran haber terminado mas enteros, tienen mejor plantel y hay como echar mano al recambio. Alianza perdió también a Jayo, quizás Ovelar y deberá afrontar con el resto. El nacional deberá albergar nuevamente un partido definitorio que para los íntimos, afligidos por dinero, puede terminar siendo un buen negocio en lo económico, pero si repite esta actuación, se puede quedar devastado anímicamente por este ciclón que hoy arrasó la caldera y aguo la fiesta de color blanquiazul.