Echa Muni por siempre

Te pareces tanto a él. Tienes a los hinchas mas lindos del mundo y por tu pecho blanco inmaculado, llevas tatuada esa franja color sangre. Has podido ser un verdadero equipo, pero te contentaste solo con ser: El equipo de todos. Puedes ser una verdadera institución seria, pero te has llenado de ratas inmundas, que pululan por tus conciencias y te han carcomido hasta tus mas escondidas vergüenzas. Podrías tener a los mejores jugadores y fundirlos de identidad por tu camiseta, pero solo te has llenado de simples asalariados, que al final de la jornada, solo van a pedirte el pago de su sueldo y mañana se irán a buscar trabajo a otra parte.

Muni de mi vida, Muni de mi corazón, te pareces tanto a mi Perú. Esta patria mía, que siente al fútbol como el deporte mas popular, pero que ha permitido que el fracaso sea su eterno compañero en la tribuna. Muni querido, hoy que tu realidad te abofetea el espíritu sin remordimientos y esa franja roja, se desangra por dentro, se parece mas que nunca a nuestra bandera peruana. Quizás el tiempo, nos ha hecho el alma de roble y seamos masoquistas por excelencia y hoy los peruanos nos hayamos convencido que en el fútbol, los anhelos o las ilusiones, son simples quimeras que tan solo podemos hacer realidad, en alguna noche de francachela. Ya nos hemos acostumbrado a ser tan apáticos e indiferentes ante nuestra realidad, que esos incapaces de cuello y corbata, que se disfrazan de líderes emprendedores, de dirigentes consecuentes o de entrenadores de categoría, nos venden sueños enlatados, que compramos con los ojos cerrados, sin mirarle la marca o mucho menos comprobar, la fecha de vencimiento.

Muni querido, este Perú se parece tanto a ti. Ayer me dejaste sentado en la grada, mascullando un sollozo, escondiendo una lágrima, pero mordiéndome los labios de impotencia y de rabia. Hoy, me he levantado distinto. He cambiado el dolor y la resignación, por un arrebato de locura insana, que me ha hecho fijar la mente en que esto, no es mas que una cruel pesadilla y que pronto voy a despertar. La razón me dice, que a mi patria no le va a cambiar su realidad desdichada, si mañana va al mundial, pero este enclenque y terco corazón, me dice que a mi equipo, le va a costar toda una vida, poder regresar de esas tierras lejanas, a donde lo han sentenciado a morar en soledad. Acaso y sea lo mas injusto para con su historia, para con su gente, para con la misma patria que un día lo parió para darle su misma sangre. Pero es la ley de los desdichados que tienen la mala suerte de tener padres inhumanos. Acaso y en lo único que se diferencien, sea en la esperanza. Perú, siempre tendrá una segunda oportunidad, pero mi Muni querido, quien sabe, haya perdido la última que le quedaba.

Ese anciano de cabello cano, que se seca las lágrimas con su camiseta, ha llevado a sus hijos y a sus nietos, para que lo acompañen hasta el norte. En el fondo, él sabía que se estaba vistiendo para las exequias de un sentimiento. Por eso llora en silencio, pero tiene una mueca de serenidad ante la tragedia. El viejo se siente orgulloso. Conoció al Muni de Tito, Vides y Caricho, gozó con nuestro “Cholo” Sotil y lo siguió a todas partes. Cuando estaba arriba, cuando estaba abajo, cuando era bueno, cuando lo hicieron malo. En cada partido, vivió la misma sensación de alegría, cuando se ganó o cuando se perdió, cuando estuvo en la grada o cuando lo tuvo lejos. Hoy, pierde la mirada en el horizonte de sus recuerdos y recrea el rostro de su hijo, que abrazado al suyo propio, se estremecen con furia descontrolada Hoy, han viajado juntos, como siempre, unidos a esta banda de pasiones insensatas, pero fieles a su franja, por sentimiento eterno. Ya no hay nada que hacer en el estadio, es la hora de regresar a casa. El niño recoge sus banderolas, abraza a su abuelo, toma la mano de su padre y se retiran de este funeral de emociones.

El viejo hincha, reposa su cansancio y le enseña a su nieto, que ser hincha del Muni, no es una cuestión de simple pasión o sentimiento. La franja, es una religión y un credo que permanece en el tiempo y se va haciendo perpetuo de generación en generación. El niño sonríe y besa la camiseta. El padre los mira nostálgico y el viejo cierra los ojos y acaricia la cabeza de su nieto. No sabe si será la última vez, que haya visto a su “academia” en un estadio, tampoco si volverá a verlo algún día en primera. Pero sabe muy dentro suyo –aunque no lo dice- que cuando alguien muere, no sufren los que se van, sino los que se quedan a enterrar a su muerto.

Donde estés y con quien estés, mi corazón te seguirá a todas partes.
ECHA MUNI POR SIEMPRE!!