Una noche de cuervos

Tengo amigos hinchas de la U por doquier. Conozco fanáticos cremas y me he encontrado con hinchas acérrimos que destilan sangre merengue por sus venas. Pero mi buen amigo Erick, es un caso especial. En cualquier lugar que lo encuentro, siempre hay una arenga o una vivencia para con su equipo, que me conmueve en demasía. Para alguien que tiene el pecho edil, acostumbrado al sufrimiento, cada vez que lo escucho, siempre me queda esa rara sensación, que uno puede ser, hincha apasionado y amar una camiseta, pero muy pocos, pueden ser predicadores del evangelio futbolístico de su equipo, mas aún, cuando en ese amor y fidelidad confeso por sus colores, siempre están presentes, sus vivencias compartidas a veces alegres, a veces tristes, con su hija, quien ha heredado ese sentimiento, a veces irracional por Universitario.

Erick, se fue al “Lolo” Fernández -un templo de fervor crema- y mientras su hija sudaba en el voley, con la U en el pecho, él, apretaba las manos y rogaba porque sus temores escondidos de perder ante los “cuervos”, sea al menos por la mínima diferencia y al final, no sea una señal de un mal presagio, por lo que pudiera pasar en Asunción. Temprano me comentaba, esa forma desdeñosa y exagerada que tenían los “fanas” del “ciclón” en su dignidad, como valoran y comparan con sus rivales acérrimos, las estadísticas de eliminaciones en copa, la menor asistencia en un estadio y el simple hecho de no permitir -aunque estén eliminados- de que estén demasiados peruanos en la popular visitante y la U pudiera parecer, ser local en su propia casa. Debe ser una cuestión de actitud calenturienta o parte de la identidad del hincha argentino, pensaba para mis adentros.

Pero el nuevo Gasómetro lució despoblado de hinchas “cuervos” y en cambio, muchos corazones cremas en la tribuna, lo llenaron de banderas. Esta U solo debía ir por la igualdad y lucía confiado. Este San Lorenzo, sumido en sus pesares internos, solo se arreglaba el cabello para salir a un compromiso asumido por las circunstancias. No era su lucha, tampoco su responsabilidad, esa era una carga para el rival. La U solo jugaría a no dejarse vencer por San Lorenzo, pero debía evitar la fatiga mental, por la ansiedad de saber que pasaba en Asunción, con el San Luis mexicano. Pero este equipo “cuervo” no esperaba –y tampoco es su culpa- que su rival salga timorato, deshilachado y por momentos autosuficiente, quizás ensalzados mas de la cuenta, por ese exceso triunfalista de la prensa peruana, que siempre logra poner en un pedestal a un equipo o un jugador y mandarlo al demonio al día siguiente por un mal resultado.

Era el minuto 21” y mi amigo Erick, acompañado de hinchas cremas, digerían un trago amargo. Calheira, el que debía meterla para estar tranquilos, traiciona su función y marca en su propio arco. Era lo previsible –pensaba Erick- pero otra desatención crema, deviene en un 2-0 que más que una sorpresa, ya era una fatal preocupación. Los hinchas no dejaban de alentar en la tribuna. Pero la U no aparecía y entonces el partido se hizo una pantalla de TV dividida entre Bajo Flores y Asunción. El reloj en el “Lolo” era otra pantalla gigante y los temores y angustias, fueron calando los nervios como perros de presa. Esa garra crema, tan enaltecida, tan orgullosa, no apareció nunca y el desgano fue un jugador que se metió a la cancha y para desgracia, se puso la camiseta crema.

El fútbol es una cuestión de oportunidades, es cierto, pero debe existir una cuota de actitud y entrega, para que se muestren a favor. Buscar un resultado de visitante, implica guardar precauciones y tener mucha paciencia para ir dibujando el panorama dentro del verde. Un planteamiento defensivo, no solo es cuestión de amontonar nombres, también es una cuestión de estrategia y un cachito de inteligencia. Si Solano no arrancó es porque no llegó 10 puntos al partido, sus minutos en la cancha fueron nada y ese botín derecho tan recordado en Argentina, se quedó en Lima, junto a ese equipo dúctil y funcional, que hizo ilusionar tanto a los peruanos y los pasquines, ya celebraban por adelantado una clasificación merengue.

Hoy temprano, vi a mi amigo Erick. Su rostro melancólico y su andar desencantado, me hicieron sentir una congoja ajena, mucho más cuando me contó que su hija, aún sabiendo el resultado, trataba en su inocente fervor, de seguir haciendo cuentas con la calculadora, quizás no resignando una suerte definida por un gol de diferencia. Talvez tratando de remendar su desazón por ese gol mexicano en el epílogo de sus angustias. Quizás también porque ella tiene la misma sangre de su padre, tan crema como la suya y tan caliente como esta noche de cuervos, donde se esfumaron esas alegrías que estuvieron tan cerca de los ojos y han quedado regadas por el suelo, tan lejos del corazón y hecho trizas en el sentimiento
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A esperar con la Santa Paciencia

Debe ser que aún es joven en el fútbol y un novato para estos menesteres de rigor, como es jugar una Libertadores, donde los partidos se disputan con la sangre hirviendo y los dientes apretados. Debe ser que su crecimiento tenga que esperar aún un tiempo, para que se haga grande y tenga un nombre respetable para verlo en plenitud. No se encuentra otra explicación, para entender, como esta San Martin, que tiene en la espalda un soporte vital que lo deja libre de preocupaciones, jugadores de nivel competitivo y un juego de conjunto que lo tiene de animador de la copa, tenga estos partidos, donde salga al verde, parsimonioso, timorato y con el pedal en el freno. Estando en casa y urgido de puntos decisivos, en una Copa Libertadores, no se puede dar ventajas. Se tiene que mostrar avasallador desde el vamos, el rival –no importa quien sea- debe mirar nuestros dientes y no precisamente por una sonrisa.

Nacional es un equipo de oficio. Al margen que Pelusso haya dicho que se sentía en casa, finalmente él ni Rivera juegan, pero si sus jugadores y vaya que los uruguayos entienden el mensaje subliminal de su técnico. Vamos a ganar la iniciativa, habrán pensado en el camarín y por eso mientras a Nacional no le desacomodaba, ser visitante, los santos no podían amoldarse ante tanta asfixia que sintió al inicio. Pero después de un primer tiempo prometedor, un raro atisbo de desconfianza, fue deslizándose por la tribuna. Agazapándose entre la gente, estaba la suspicacia, que iba susurrándole al oído a los hinchas, que había un pacto de no agresión, oleado y sacramentado y ninguno podía agredir al otro por un factor de conveniencias compartidas y un poco de temor esquivo también.

En el verde deberían estar dos conjuntos jugando un partido de Copa Libertadores, pero parecían dos amigos jugando el tenis del fin de semana. Ninguno de los dos quería arriesgar mas de la cuenta. Nacional haciendo rodar el balón sin trascender y San Martín sumido en ese culto al toque vistoso y traslado lateral improductivo, muy típico de nuestro fútbol doméstico. Tuvo que ser el visitante el que deseche cualquier mal pensamiento, cuando recién a los 73” Mondaini sorprendió a Butrón con un disparo al primer palo que le daba el premio adelantado. Recién despertaron los santos de su letargo, cuando se sintieron amenazados en la tabla y lanzados en ataque, demostraron que si se lo hubieran propuesto, sacaban el partido adelante y hoy estuvieran sentados cómodamente a esperar el viaje a Buenos Aires, para salir de shopping y de paso, jugar su partido pendiente contra River.

El epílogo esta vez, se presentaba tormentoso, pero Ludueña quien no había trascendido en el partido, sacó un conejo de la galera, para sorprender a la asistencia, con un golazo de tiro libre perfecto que llegó a dos minutos del final. Le pegó como debe ser y tranquilizó las ansiedades que ya se estaban haciendo visibles en tienda santa. La igualdad no es mala, mas solo tranquiliza los nervios, por el momento. Pero se pudo ir a dormir mas tranquilo Rivera, si esos dos puntos perdidos, hoy no se hubieran convertido en una súplica para estar a la espera de otro resultado.

Ahora aparte del deseo para que River no sume en Paraguay, hay que esperar lo que devenga si sucede lo contrario y se tenga que ir al Monumental de River con la única consigna de no dejarse vencer, pero con la intranquilidad de saber que en ese recinto, esta misma San Martín, sintió el rugir de la 12 y sucumbió a los pergaminos de su antagonista y sus deseos de pasar la siguiente ronda, se diluyeron como agua entre los dedos. Solo hay que tener consigo a la santa paciencia y esperar como se presenta el panorama. La posibilidad está intacta y San Martín sigue dependiendo de si mismo. Por lo hecho hasta ahora, los santos merecen pasar la valla, pero muchas veces, el merecimiento es una utopía en el fútbol. Esperemos que esta vez la historia sea diferente, así lo deseamos todos los peruanos.


Y un día fuimos héroes

Fernando y Pepe son Aliancistas. Fernando aún con la resaca jubilosa del concierto de KISS en el cuerpo, tomó a sus tres hijas y se fueron a Matute, con la esperanza de ver ganar a su Alianza de toda la vida, aunque los rezagos de un miércoles de angustia, con ese empate ante la San Martín, le había dejado un sabor agridulce en la boca. Pepe, es íntimo fiel a su Alianza, que no juega bien, no lo convence, pero se aferra –igual que Fernando- a ese sentimiento interno que aflora y vence complejos, cada vez que su equipo tiene un encuentro trascendental. Pepe no quiso quedarse en casa y también está en el estadio, vibrando el inicio de una fiesta jubilosa entre tanto corazón íntimo, que salta optimista en la tribuna.

Rafo y Jhonny, son celestes a muerte y aunque la irregularidad de Cristal sea un karma que acompaña a sus jugadores, ellos siempre mantienen la esperanza que la razón sea mas grande que las ganas y aunque tengan la franquicia de contar con una institución modelo, en la cancha aún hay temas pendientes y que esta tarde esperan cambiar. Las circunstancias han comprado los boletos en primera fila y todo es cuestión de saber esperar el inicio del show. Ellos no han ido al estadio, han preferido verlo por la TV, mas por una cuestión de suspicacia personal, que por algún sentimiento encontrado.

El pitazo inicial, los ubica en diferentes bandos y también en polos opuestos de fervor. Los íntimos se ponen de pié, en cada arranque prometedor de Montaño y aplauden con entusiasmo cada intervención al límite de Fleitas. Los celestes, esperan que el combustible del “Vagón” Hurtado no se gaste pronto y el motor de Sheput, esta vez por fin aguante 90 minutos. Las primeras tonadas en el verde van dejando un sonido agradable, un ida y vuelta que puede determinar quien pegue primero. Montaño se inventa otra vez, una jugada descomunal y una asistencia estupenda para “Wally” Sánchez que llega tarde. La réplica celeste encuentra al “Vagon” con el motor encendido y su carrera es fulminante, llega al fondo, para mandar la puñalada, justo en el corazón del área. Allí Sheput, nuevamente le pone la que menos domina y en un fortuito yerro de Forsyth, el balón se fue silbando bajito al fondo de las angustias blanquiazules y desató la euforia celeste, que ya auguraba una tarde memorable.

En el descanso, Fernando miraba la cara triste de sus hijas y Pepe, mordiscaba sus enconos, por algo que le parecía injusto, al menos hasta ese momento. Mientras en casa, Rafo, terminaba su postre y lamentaba que Fleitas siga jugando gratis, después de aplicarle esa alevosa patada que sacó del partido a Aliberti. Era roja directa y cárcel de tres días, pensaba. Mientras Jhonny, reposaba su humanidad, regodeando la chacota tempranera, destapando la tercera botella de cerveza junto a sus amigos.

Si hay algo que no debe existir en el fútbol, es la piedad –en el buen sentido de la palabra- si un partido es el encuentro de dos rivales, que se encarnizan en una batalla por dejar a un ganador de pié, cuando tu rival está en el suelo, debes tener ese instinto asesino para liquidarlo, o corres el riesgo de que se levante y tome el arma que dejaste caer y te aseste el disparo en el mismo lugar donde pensabas hacerlo, un minuto antes. Goles que no haces, te los hacen, es una descripción mas blandita que puede graficar lo que Cristal perdonó, con el “Chorri”, con Hurtado y Lobatón, cuando tuvieron el detonador rastrillado, les afloró un sentimiento de culpa que pagarían muy caro.

Alianza estaba haciendo un partido para el olvido, desde el banco, Costas y su propuesta equivocada, no encontraba forma de que Gonzales Vigil, encare desde el flanco izquierdo y que Montaño encuentre respuesta en un medroso Fernández. Fleitas, empujaba desde atrás, pero siempre había mas piernas celestes que blanquiazules. Cristal se fue encopetando con el resultado controlado en la ductilidad del “Perrito” Lizarbe y la matonería gratuita de Perez (creo que Cristal solo lo contrató para infundir el respeto perdido) que por obra compensada de Rivera, también empezó a jugar gratuitamente. Todo era cuestión de tiempo, Oblitas charlaba donde iría a cenar con su hijo mas tarde. No había posibilidad imaginable para que Alianza remonte o empate siquiera el partido.

El final estaba cerca. Fernando y Pepe corroían su ansiedad y el reloj no dejaba de avanzar. Su pesadumbre era real, pero su fe aún estaba intacta. Rafo y Jhonny habían mandado comprar mas cerveza para celebrar. En el verde estaba el “Zorrito” Aguirre, el que los mismos aliancistas denigraban. Ya les había fallado cruelmente contra la U y ello le costó la banca. El destino travieso lo puso en el lugar y el momento exacto, justo cuando ya no quedaban mas esperanzas y los hinchas empezaban a abandonar el recinto victoriano, sacó un zurdazo impensado, pero letal, que se clavó en la garganta del hincha rimense, que apaciguó el golpe, tornando a la igualdad en casa ajena, como un buen resultado.

A Gonzáles Vigil le pueden criticar cualquier cosa y no será un dechado de virtudes, pero su entrega insensata y no dar una pelota por perdida, es su mayor virtud. En un partido con estas circunstancias, es cuando se ven a los jugadores de raza y también los de categoría. La jugada final del partido, donde hay que mandar el balón hasta los vestuarios, si es necesario, un lateral de selección como Prado, no puede cometer un error tan grosero. El “Lobo” se comió su candidez y la del portero, para lanzar el tacle a lo “Chuck Norris” y clavar la patada mortal, que mató la confianza celeste y reventó Matute como un polvorín.

En la tribuna, Fernando, se abraza con sus hijas, que lloran compartiendo la alegría de su padre y Pepe, salta abrazado de todos los íntimos que tiene cerca. Abajo en el verde hay un tumulto y el estadio es un coro de pasión y gritos desaforados. Rafo frente a la TV se toma la cabeza y no puede creer lo que está pasando. Jhonny, arrojó su vaso de cerveza y suelta una sonrisa indulgente, para esconder su desazón y la rabia contenida. En el minuto 100 ha sonado el pitazo final, de un partido con un final electrizante, que dejó acelerados a todos los corazones íntimos (incluso a los que abandonaron su confianza y las graderías), pero ha dejado un sinsabor celeste y una nueva lección aprendida, que un partido termina en el minuto final, no antes ni después.


Lo que no se pudo con la piernas, se hizo con el corazón, con la pujanza y con el espíritu indomable que debe tener un equipo con jerarquía, para sobreponerse a lo adverso. Lo que no pensaban que sucedería, se hizo real desde que Gonzales Vigil soportó a la hinchada tan igual como Aguirre. Desde que Fernando y Pepe, mis amigos aliancistas, se aferraron a lo imposible desde sus almas y sintieron hervir su sangre, en esos tensos, como inolvidables minutos finales. El “Zorrito” y el “Lobo” eran los vapuleados personajes que despertaron encono en la tribuna, pero en solo cinco minutos, de villanos se han convertido en héroes de una hazaña compartida, que hoy todo aquel que tenga el pecho blanquiazul celebra con jactancia. Quien lo diría, pero esas son las cosas que tiene el fútbol. Será por eso que nos apasiona tanto.



El Guerrero y el Seductor

Mientras uno se fue para Europa, con un currículum promisorio bajo el brazo, el otro se fue llevando su álbum de figuritas de los futbolistas de élite que él mas admiraba. Mientras que uno conquistó Alemania en la plenitud de sus frescas primaveras juveniles, a punta de su técnica depurada y su carisma con la red, el otro se marchó de su tierra, dejando a ladinos dirigentes con las manos vacías de dádivas indignas, para afincarse en tierras teutonas, aún con el recuerdo fresco, de sus adolescentes años.

Claudio, el de apellido de conquistador, el que seducía con los goles que elevaban su récord cualitativo, hasta tomar el membrete de “Bombardero de los Andes”, el seductor de la tribuna, que ya empezaba por adorarlo con delirio, se fue haciendo de un nombre consagrado, de una personalidad que traspasó fronteras y del humilde Werder Bremen, hizo el salto gigante al famoso Bayern Munich. Allí empezó su nueva vida y creció su romance con la red, hasta tener intimidad con la fama mundial. Allí empezó a crecer su ego y su fantasiosa realidad, que el dinero y la opulencia, fueron transformando en una conducta alienada y un sentimiento insensible.

Paolo, el chico de modales sosegados, fue su seguidor acompasado, el que vivía bajo su protección y el que le llevaba el maletín deportivo, el que tenía un compromiso de dependencia hasta que alcanzara la mayoría de edad y el kilometraje respectivo. Paolo el “Depredador”, el de juego aguerrido y entrega total, se fue haciendo a una nueva vida europea, y fue tejiendo su propia manta, con que cubrirse del frió alemán: Hasta que un día, el destino le regaló una oportunidad que no dejó pasar en vano. Así fue escribiendo un nombre propio, a pulso, a puro dolor y a costa de dejar la piel en cada jugada de gol. Fue dejando el nido y se fue con su propia maleta a buscar su propio destino.

El fútbol, los ha puesto a vivir distintas realidades. Uno con la conciencia lavada, por juicios insensatos a personajes inefables y el otro con la condena de un pueblo futbolero, que podría estar a sus pies con cada gol que anota, pero que lo maltrata, por dejarse tentar por la ambición y la exuberancia.

Claudio, el seductor de la red, sigue anotando en la cancha y regateando a sus investigadores. Sigue celebrando su buena estrella y regala sonrisas cada vez que se llena la boca de gol. Tiene motivos para estar feliz, aunque aún tenga como materia pendiente, resarcir el desaire hecho a esa razón ineludible, de sentirse mas peruano, cuando entra a una cancha de fútbol y recuperar la identidad para con su patria.

Paolo, el Guerrero de batallas mediáticas y también las que se ganan en la cancha con muchas dosis de intensidad y calentura, hoy tenga sentimientos encontrados por tener por demostrar su amor por la blanquirroja y su gratitud para su otrora protector. Cada día se vuelve importante y valioso, pero aunque ello valga bastante para su club, para lo que nos resta en esta eliminatoria, como que ya resulta demasiado tarde.

El destino en forma de balón, los ha llevado a ser primordiales en el Bremen y el Hamburgo y hoy están a un paso de disputar la final de la copa UEFA. Uno de los dos quedará en el camino y el otro puede alcanzar un galardón trascendental en su carrera. Para Pizarro quizás mas importe el valor monetario del premio por el campeonato y para Guerrero pueda que sea algo con lo cual sueñe cada noche. Para los peruanos ya es un orgullo, aunque hoy suene mezquino, injusto o simplemente inoportuno.

Sangre, sudor y pasión por el fútbol

Santificado sea el fútbol nuestro de cada día, ese que nos apasiona y nos lleva al templo de nuevo, cada domingo a la misa de la tarde, aún y cuando nuestros credos se hayan sentido tocados o nuestra fe en el futuro se sienta cada vez mas resquebrajada. Esta semana que ha terminado, en que hemos descansado los ímpetus y sosegado las angustias, este fútbol nuestro, de cada día, nos ha dejado realidades con sentimientos encontrados, unos con el dolor de sentirse más pobres de alma y otros con la devoción para con sus momentos de gloria.

Cristal, se vistió de verdugo, para salir a la plaza y darle de azotes a un devoto vestido de rojo púrpura. Un Bolognesi que blasfemaba la prédica de su técnico y que cometió el pecado insensato de querer afrontar un torneo de envergadura, apelando a sus jóvenes frailes, que aún ni siquiera saben limpiar las copas de vino y que desdicen en el verde lo que instruye su mentor. Fueron cinco azotes despiadados que han dejado heridas en el magullado y enclenque cuerpo del devoto y le ha limpiado el rostro a su verdugo, que se ha sentido fuerte otra vez y dueño de sus cualidades y su doctrina.

Alianza no ha necesitado vestirse de morado para resucitar en Domingo, tampoco sacar en procesión su atribulada realidad, solo le ha bastado un Sábado de gloria, para esperar que caiga la noche y doblegar por la razón, mas que por la fuerza a un Cienciano que mas allá de tener un equipo de nombres, tiene una lucha interna por liberarse de los demonios que proliferan su casa, su propia cama donde reposa y hasta de sus mismas conciencias. Esa lucha desquiciada y porfiada entre el embuste ladino y la palabra florida, que al final terminan siendo, la misma copa de vino de misa, del cual saborean, el bien y el mal, el hambre y la necesidad, que se quieren tanto, como se odian también.

El Domingo de resurrección llevó a Universitario por tierras Chiclayanas, confiado en la devoción por su credo futbolístico. Pero no pensó que el “ciclón” hoy tiene al cielo de su parte y este Aurich, ha crecido, en la medida que los resultados le han dado esas limosnas necesarias para que su iglesia de fe, se vaya haciendo fuerte. Esta vez Aurich fue un dechado de virtudes, un primer tiempo inolvidable donde lanzaba flores por doquier y en la U solo eran rezos no escuchados. Un equipo renovado en la fe, pero carente de categoría, se fue sucumbiendo en el fango de la incertidumbre, donde Solano ha comenzado a jugar lo que puede y a correr lo que le conviene, mientras Candelo, sahumaba su botín para soltar prédicas ciertas, como mensajes escondidos para los que miran en la tribuna o el escritorio. Una simple diferencia, pero un ingrato resultado crema.

Hubo fútbol y mucho vértigo, pero tenía que haber pasión y ella vino con sangre. El inacabable “Checho” Ibarra, elevaba su humanidad para golpear una vez más su tabique destrozado y marcar en ese arco que alguna vez defendió y hoy no guarda recuerdos gratos. Alzó sus brazos en victoria y dejó que la sangre que manaba por su rostro se pierda en el color de su camiseta y sea una estampa religiosa, para este fin de semana, que dejó al fútbol con nuevos lideres de la fe y la esperanza. Allá en el norte, hay un equipo que se ha vestido de pontífice y profesa su religión a sus fieles y crece en multitud y también en confianza, vive horas felices y ha sanado sus pecados inmediatos.

Esta semana de recogimiento espiritual, ha dejado a nuestro fútbol, con nuevas prédicas y nuevos fieles, con los mismos sacerdotes y los mismos herejes. Con el mismo pueblo futbolero, que sigue fiel a su creencia, aunque el futuro le siga siendo incierto y antes que el gallo cante tres veces, ha regresado al templo, a seguir manifestando su confianza, a renovar su fe y elevar su plegaria, para que las buenas nuevas del fútbol, le sean santificadas.

Sentencia crema con apelación pendiente

Está probado. que lo mejor que tiene el fútbol peruano, son sus hinchas y que a pesar de que a veces el infortunio se hace concubino de nuestras congojas y aunque la realidad nos golpea el alma, siempre hay un espacio para la sonrisa. Si está probado.

Está probado que la U tiene en sus hinchas, ese jugador adicional y que es quien a punta de romperse la garganta en la tribuna, le brinda el aliento y la fuerza necesaria para revertir sus dificultades y que sin importarle dos centavos, que la crisis esté al acecho, que hayan una seguidilla de eventos artísticos que desvalijan los bolsillos y encima haya tenido que sufrir en esas mismas gradas la congoja de ver morir a su selección, sigue fiel a sus colores, entregando su vida, pasión y gloria, alentando y llenando su estadio para reventarlo de tanta euforia. Si está probado.

Está probado que este Universitario, es diferente, porque Reynoso trabaja para conseguir un equipo, donde todos sean importantes y todos sean laboriosos. Que aunque le cuesta bastante, de a pocos se va destetando de la dependencia de Solano y están naciendo otras figuras y están creciendo otros nombres. Está probado que la garra no es una leyenda urbana y que ese sueño de Reynoso de poder devolverle a esta U la hegemonía internacional de antaño, se va haciendo realidad en cada partido y en cada ocasión que el hincha sale del Monumental con la sonrisa abierta y el corazón inflado de tanta alegría. Si está probado.

Está probado, que este Libertad es uno de los equipos mas parejos que haya pisado suelo Limeño y que para vencerlo, haya costado primero sentir en la espalda, la puñalada de Ximenez y que el equipo intente la paridad con demasiado desorden y poca claridad. Que hayamos podido percibir que Solano se haga intrascendente, porque delante tuvo a un Vladimir Marín, ese Colombiano que juega con el motor fuera de borda y que defendía con propiedad y que fue el gestor de tantas ocasiones peligrosas en área crema y que estuvo a punto de ser la figura paraguaya y la tristeza merengue. Si está probado

Está probado que la U no revertiría el resultado por efecto de contundencia individual, sino de conjunto, que necesitaba la unión de pensamientos y la pasión de corazones para cambiar la historia. Que requería que un “Chino” Calderón dejara de llamarse “Jotita” y se pusiera los pantalones largos. Que Rainer y Miguel Torres, corrieran como si fuera la última vuelta de sus vidas y que el “Fito” Espinoza, sea el jugador dúctil y efectivo en toda la cancha. Que era necesario también que arriba Calheira se acercará al menos un cachito a su pasado que hasta hoy parece un espejismo y marcara el empate, no importa si de casualidad. Pero sobre todo necesitaba que ese hincha vestido de crema llamado Piero Alva y que jugaba un partido para 5 puntos, se contagiara de la euforia de la tribuna y haga ese arranque descomunal en el área y a punta de garra y pasión, descerrajara el bombazo para romper las redes paraguayas, en esa definición monumental que hizo explosionar los corazones cremas. Si está probado. Que Calhiera demostrara al final de forma grosera, que aún no encuentra la talla exacta con la camiseta crema. Si también está probado.

Está probado que a veces, en el fútbol dependemos de nosotros mismos y que nos hacernos mas fuertes en la unión y no en la búsqueda para encontrar culpables y soluciones mediáticas. Que hay razones para estar alegre, mas allá que tengamos tatuado al pecho la U o acaso seamos los vecinos de enfrente. Está probado que cuando los peruanos se unen, pueden llenar el Monumental cien veces y destrozar sus gargantas otras cien veces mas. Es que está probado, que lo mejor que tenemos está en la tribuna y que solo es cuestión de infundirles esa misma pasión a los que están en el verde, aunque ello a veces no alcance. Si está probado.

Está probado que los hinchas cremas tienen razones para estar mas que contentos y que todos los peruanos de alguna u otra manera encontraron una manera de seguir haciendo flamear la bandera de la esperanza. Que un triunfo de esta envergadura, ante un duro rival, de jerarquía y en instancias de un partido de copa, quizás no repare nuestra realidad, pero si remienda y deja presentable nuestro ropaje raído y la cara lavada. Si está probado

Se ha dado la sentencia crema : Con este triunfo, sean los acusados de perder la Libertad, San Luis y San Lorenzo y que sea su duelo de santas angustias las que definan la continuidad de esta sonrisa. Que se ha sentenciado un presente inmediato, pero queda pendiente la apelación de estos santos protagonistas, para que en unas horas, minutos o segundos, tengan una condena inapelable. Recién allí se podrá respirar con tranquilidad
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Noche de fútbol, una noche loca

La "pichanga" semanal ha terminado y con los buenos amigos, nos sentamos a departir unos tragos y comentar la humillante goleada de Bolivia 6-1 a la Argentina del Diego. Aquel equipo que ante Venezuela, fue un dechado de virtudes y con un Messi mas cerca de ser el sucesor del D10s. Pero esta vez, mordió el polvo de la derrota, en una versión real, de cómo se debe jugar un partido de local, aprovechando todo lo que se tiene a la mano. Bolivia perdió en Colombia, pero guardó a varios titulares, incluidos sus dos goleadores Martins y Botero, porque el objetivo mayor, era ganarle a Argentina. Su disposición, fue ir desde el saque a presionarle la garganta al rival, quitarle el aire y dejar que su cuerpo acostumbrado al oxígeno limpio y puro dejara de circular por sus pulmones y avasallarlo con su fútbol de ataque constante. Lentamente Argentina se fue adormeciendo y escuchaba la cuenta final, hasta quedar noqueado, inerte y a merced de los golpes bolivianos. La cuenta no llegó a 10, porque cuando iban 6, ya había dejado de respirar.

En la TV pasan el Chile-Uruguay. Mas por la vanidad inflamada que por el orgullo mancillado, todos hinchamos por Uruguay, que estuvo a punto de "vengar" nuestra honra, pero el partido se acabó y el cero en los arcos nos dejó con algunos tragos demás y con esa agridulce sensación de que le pudo ir mejor a los platenses. Al final ambos siguen en la pelea de llegar al mundial y cuando todos juntamos nuestros vasos, para el brindis de rigor, nos disponemos a ver a nuestra desahuciada selección, el equipo de todos y el de unos cuantos, según sean las circunstancias.

Perú llegó en un ataúd a Brasil, sin ambiciones, ni responsabilidades y sin ninguna presión, mas que el tan mentado orgullo y el manoseado honor, que solo ha servido de paliativo para digerir el discurso del 'Chemo'. Pero todos quisieron jugar ese partido, solo para estar en el escenario y codearse ante tanta estrella junta, era un lujo que ninguno de nuestros jugadores podían despreciar. Y Brasil salió a divertirse, a regodearse de sus virtudes técnicas y a dar espectáculo para su gente que hacía un carnaval en la tribuna. Perú solo fue una comparsa, un convidado de piedra a este recital de fútbol Brasileño. Mis amigos y yo ya no sufrimos como antes, esta vez no hay nada que perder y solo el temor de avecinar alguna catástrofe de efectos mayores.

Un buen amigo hace una visión empresarial de nuestra realidad y asemeja a Del Solar, con un gerente que se nombra en una compañía, previa evaluación del perfil y al que se le mide su labor en base a resultados y que es el responsable directo, si no hizo las previsiones, para contar con su recurso humano o por aceptar el cargo si no estaba preparado. Muy válido, decimos todos. Solo atino a pensar, que esa analogía podría darse, pero en otro escenario y en otra realidad. En una sociedad como la nuestra, de dirigentes de valores escasos, de clubes informales y formación paupérrima de sus futbolistas, el verdadero motor y motivo que mueve el fútbol, es el dinero. Nadie se hace futbolista, entrenador o se muere por ser dirigente, por el honor, la gloria o por el tan venido a menos "amor a la camiseta". Todos buscan vivir por y para el fútbol. Los Pizarros, Farfan o Guerreros, de tanto convivir en un nivel superlativo, se olvidan sus raíces y miran por encima del hombro a su propio país, porque manejan demasiado dinero y desde niños, jamás les inculcaron esa materia innata llamada IDENTIDAD, a querer su tierra y a defenderla con lo mejor que saben hacer en la vida: Darle a un balón. Por lo pronto hay una buena razón, por la cual el "Chemo" y los dirigentes no renuncien.

Mañana se va Del Solar y viene ¿quien? Oblitas, Rivera, Markarían, Bianchi o Bielsa. Igual se van a encontrar con esta misma realidad, no vale de nada cambiar de nombres, si no se mete la mano hasta el fondo y se hace una reorganización desde las raíces. Mientras nuestro fútbol no anhele y trabaje para lograr verdaderas Sociedades Anónimas Deportivas, con buena infraestructura y solvencia económica, con bases sólidas de formación de sus futbolistas y logren equipos fuertes y competitivos, será difícil que primero, mejore nuestro torneo doméstico y por ende tengamos jugadores de élite a nivel internacional y será difícil que tengamos una selección de competencia. Si buscamos la mas fácil, seguro será el nombre de algún culpable, pero sin un cambio radical, todo lo que hagamos o digamos, no será mas que seguir escondiendo la basura debajo de la alfombra.


El marcador indica 3-0 y los tragos van haciendo efecto, todos miran sus relojes, para que acabe de una vez esta amargura. Mis amigos y yo, hacemos "oles" cuando Perú podía hacer mas de cuatro pases seguidos, en una forma irónica, hiriente quizás, para esconder la vergüenza y rezongar por un presente infausto, pero tan real al fin y al cabo. Cuando suena el pitazo final, todos agradecemos que hayamos salvado el papelón y también que Brasil haya jugado solo para divertirse. Mis amigos y yo apagamos la TV y decidimos escuchar música, un rock de estridencia brutal que nos eleva la pasión, nivela las emociones, nos calienta el espíritu y nos aumenta la efervescencia, de esta noche que va llegando a su fin.

Cuando nos despedimos, cada uno enrumba su camino, todos han prendido sus radios para seguir adormeciendo sus oídos y seguir escuchando buen rock. Todos recuerdan lo divertido que la pasamos, lo agradable que disfrutamos una noche de "pichanga" y tragos. Por hoy, y solo por hoy, nadie quiere seguir pensando, ni hablando de fútbol. Mañana se reinicia el campeonato y fieles a nuestra costumbre, nos olvidaremos rápido de estos momentos desabridos y volveremos a esa misma tribuna, a entonar nuevos cánticos y defender otros colores. Como tantas veces, volveremos a esa misma tribuna, donde un día, nuestra ilusión por la blanquirroja, se quedó colgada y abandonada, como una banderola rasgada y con las letras despintadas.