Sin altura para las circunstancias

Estamos retornando para ver y hablar de fútbol. Este torneo Clausura 2008, debiera estar por la tercera fecha, sin embargo los equipos imposibilitados de arrancar en la primera, lo hicieron en la segunda, por ello en ésta última fecha, el que no se hayan jugado dos partidos, ya pinta un campeonato confuso. El caso de la “U” quizás sea razonable, no así resulta la postergación del Alianza –Boys por un tema ajeno al fútbol y que en resumen ha dejado al César Vallejo como único líder, pero mucho mas por ganancia eventual que por un mérito individual.

En estas circunstancias Universitario, quitándose los trastes domésticos, ha salido al verde con su flamante distintivo de campeón, que en nombre de la patria debía defender el orgullo, a costa de un rival conocido como peligroso: El Deportivo Quito, que ya anteriormente ha dejado huella de aguafiestas. Si hay algo que distingue hoy en día al fútbol ecuatoriano, es su biotipo, han entendido que la corpulencia, no será nada vistosa, pero es una diferencia física que ayuda, sobre todo cuando se encaran partidos de alto rigor y de visita.

Por ello se ha visto un equipo ecuatoriano, simple, prescrito y hasta mezquino, pero nada del otro mundo. La “U” ha lucido como todos los equipos peruanos, cuando llegan a estas instancias de competencia: Timoratos, enclenques y demasiados predecibles a la hora de pisar campo contrario. Se esperaba ver a Neyra, jugar como lo hace contra rivales locales, pero solo se cansó de recriminarle a sus compañeros lo que el mismo no pudo arreglar con algún argumento sólido, para justificar sus poses de estrella. “Malingas” Jiménez sigue siendo resistido y pocos entienden la terquedad de Careca para seguir manteniéndolo de titular. El “Vagón” Hurtado, sin alguien que lo alimente, muere de inanición o de cansancio tempranero. Candelo, se quedó estirando las piernas, nunca lo llamaron.

Este resultado en el papel es lapidario, aunque el mismo Careca trate de infundir ilusiones compartidas en sus jugadores. La altura del Atahualpa, de Quito será un escollo demasiado difícil, aunque nada está dicho al respecto. Si la lógica es nuestro calmante en estas horas de tensión y el raciocinio es nuestro termómetro para esta fiebre calenturienta, el aviso dice que algo no anda bien, pero cuesta reconocerlo. Hay que esperar el resultado del examen, aunque el diagnóstico preliminar, dice que es de carácter reservado.

Está claro, una cosa es el torneo local y otra la internacional, se pueden alimentar ansias y soñar despiertos, pero el fútbol es una cuestión de momentos y por lo que se ha visto, hasta el mas optimista ha empezado a ver nubarrones en el camino que le resta a ésta “U” que regaló una ofrenda a su hinchada y hoy le grita a la cara su desconfianza. La desazón que ha dejado este empate, deja bajar desde la tribuna una voz vestida de suspicacia, que le dice muy bajito en el oído, que a veces, la clasificación se pierde de local y no de visitante.

Que la paz sea con usted compadre

Los clásicos no se juegan, se ganan. Esa es la doctrina de esos fervientes devotos, que se visten de emociones y reparten sus velas de éxtasis, cada vez que hay una camiseta crema frente a otra blanquiazul. Es que pueden ser diferentes las circunstancias o distintos los ánimos, pero cada vez que se juega un clásico, el hincha revive de entre su realidad y se contagia de esa palpitación agitada que lo incentiva, para fragmentar la grada con sus saltos y reventar los pulmones con sus cánticos. Alianza y Universitario, salieron tomados de la mano y enarbolando una bandera blanca por la paz. Un mensaje a la tribuna, que intentaba pinchar las conciencias de esos malos hinchas, que habían escrito con sangre, las hojas de ese libro llamado fanatismo, a veces insano, a veces tan incomprendido o mal utilizado por aquellos que confunden la pasión del fútbol, con la violencia y el pandillaje delincuencial.

El cielo no se quiso perder de esta tarde y abrió su ventana para dejar salir un solcito invernal que empezaba a calentar los ánimos y pintar emociones en este matute, que debía ser el fortín donde cayeran las grandezas cremas y revivan las almas blanquiazules. Un clásico así sea por la paz, por la pobreza del mundo o los animales en extinción, se juega a mil por hora, con los dientes apretados, con la cara seria y la sangre caliente.

Un inicio con emociones repartidas, con vértigo y demasiada tensión. La “U” era el que tenía el carro nuevo, de paquete, estaba asentando el motor y no quería arriesgar a pisar el acelerador a fondo, menos en una pista ajena a sus confianzas. Alianza era el necesitado de puntos, que son su medicina, porque es el enfermo que está en terapia de recuperación, pero depende en demasía de su actitud para seguir viviendo, su médico de cabecera, Venezolano él, ya ha brindado su diagnóstico y este, era el inicio de otras tres pruebas cruciales, que lograrán volverlo a la vida o enterrar sus ilusiones junto a su paciente.

Viendo el despliegue del “Toñito” Gonzales y la solvencia del “Goyo” Bernales, en bando crema, nos preguntábamos que diablos hacía Cevasco en la selección. Viendo la alegría de Manco, comprobamos, que Páez recuperó al chiquilín al darle minutos y mucha confianza. En su partido de despedida antes de enrolarse al PSV holandés, mostró el nivel que siempre le quisimos ver, ese desequilibrio que marca su gambeta endiablada que esperamos regrese consolidada del viejo continente. Viendo la parsimonia de Montaño, comprobamos que juega a placer y brinda su clase a cuentagotas, no se entienden los motivos, pero el colombiano, con Alianza, viene acumulando varias facturas pendientes.

La parte final fue igual de intensa, vibrante, con harta adrenalina en el verde y mucho éxtasis en la tribuna. Minuto 30', “Toñito” Gonzales –para coronar una gran actuación- se viste de genio y habilita de manera perfecta, para que Neyra, a punta de musculatura y ganas, le gane el duelo a Salazar batiendo a Bologna con puntillazo letal que festejó socarronamente. La respuesta vino rápida y de Montaño que se animó a dar un poquito mas, para meterse al partido, habilitación por izquierda, centro de Fernandez que cruza el cielo crema, el “Zorrito” Aguirre, aparece como un fantasma, vestido de bombero y con toque sutil descoloca al “Gato” Fernandez, apagando el incendio que amenazaba chamuscar matute.

Si algo dejó al final este clásico, ha sido la responsabilidad de ambas escuadras, para asumir cada uno jugar entregados a no dejarse vencer. La actitud de cada jugador para disputar cada balón como si fuera el último. Quizás mirando la tabla, Alianza sea el mas afectado y ello se ha visto reflejado en esos rostros adustos de sus hinchas a la salida del coloso victoriano. La “U” se fue silbando bajito, muy tranquilo, encendió la radio del auto nuevo y solo apuró el acelerador para llegar temprano a casa.

Un clásico por la armonía, para brindar un mensaje que el fútbol no debe engendrar violencia. Un clásico que repartió emociones, puntos, gritos y euforia. Un clásico por la paz, esa paz que se desearon al final los “compadres”, aunque cada uno se haya ido con distintos ánimos, distintos destinos, pero un mismo sentimiento que es el fútbol.

La fiesta con sabor a merengue

Que importa si ayer mismo, el ánimo estaba por los suelos y tu ilusión de hincha, solo era un puñado de remendadas esperanzas que acompañaban tu devoción, por esa camiseta que lleva la insignia de tu patria. Que importa lo que diga hoy, la otra mitad de corazones con sangre blanquiazul, que se agazapan entre sus desventuras y esconden su desazón ante tu desbordante alegría. Que importa si el tiempo se hizo largo, para brindarte la revancha de complacer a la mitad de un pueblo hambriento de triunfos y algarabías contenidas. Que importa si en este torneo tan nuestro y lleno de extravíos futbolísticos, hayas resultado siendo un ciego privilegiado con ver la luz de la grandeza. No importa nada, cuando se ha tenido apretujado el corazón y hoy amaneciste con la garganta reventada de tanto gritar tu nombre en el estadio.

Anoche el monumental fue un santuario, que se vio atiborrado de creyentes corazones teñidos de crema. Héctor Hurtado, aquel colombiano que llegó con el apelativo de “Vagón y que en un tiempo le achacaban fama de “vagoneta”, hoy es el abanderado de esta mística religiosa que caló en el grupo y que a menudo demostraron en singulares celebraciones. "La 'U' todo lo puede en Cristo que lo fortalece" rezaba la pancarta que apaciguó la euforia de los feligreses que formaron un espectáculo descomunal en la tribuna. Una frase que pinta de cuerpo entero mucho de lo que ha sido este grupo, que se fue entregando a la fe inquebrantable de sus virtudes y a la fortaleza para poder hacerle frente a sus defectos.

Este torneo apertura 2008, ha sido crema con toda justicia, porque aparte de ser el mejor de los equipos (como reza su canto tribunero), consiguió ser un buen conjunto, confiando sus posibilidades al buen “ojo de tigre” de Ricardo Careca, cuyo mayor mérito resalta el haber hecho de un equipo remendado, un grupo solidario, que concibe la disciplina táctica como un culto al fútbol, para creer y demostrar que si es posible jugar bien y ganar, por ello su desdoble dinámico siempre fue notorio y si muchos extrañaban a Candelo, la figura de Neyra ocupó su lugar y siempre estuvo para generar ese vértigo que contagiaba a la tribuna y que lo hizo obtener ventaja ante sus rivales. En un entorno mediocre en que se maneja nuestra realidad futbolera, esta oferta que ofrece Universitario, está como para tomarla en cuenta.

Que bien que le hace al fútbol, estos partidos de ida y vuelta en que el balón se pasea por los dos arcos y mantiene en vilo las expectativas. Neyra hace la pausa y habilita al “vagón” Hurtado que se hace locomotora y arrollando la defensa del rojo, cruza la estocada y hace explosionar el recinto de Ate, en un grito que se escuchó por todo Lima. Desde allí el monumental se convirtió en un loquerío, en una fiesta de alegrías desbordadas y efervescencia a flor de piel. El fierrazo de Neyra lleva esa suerte de campeón para que Araujo –el hijo pródigo- la clave de cabeza para el segundo. El descuento de Vasallo solo sirve para la estadística, porque cuando Careca decide hacer entrar a Mayer Candelo, la tribuna reventó de placer y le hicieron sitio en el verde, como si fuera una pista de baile. Quedó confirmado que el colombiano tiene un romance con la trinchera y la placa de ídolo crema pegada en la fachada del monumental.

Y como para ponerle la cereza al pastel, viene ese penal inventado por Hurtado, como otras veces Neyra se acomoda para la ejecución, mas de la tribuna baja un bramido descomunal pidiendo a Candelo, el colombiano, con ese caminar cancino y desgarbado, se acerca para hacerle caso a la trinchera. Aquí es cuando se ven los verdaderos jugadores de calidad, esos que tienen los genitales bien puestos y que tienen jerarquía. Mayer se acomoda y con una pasmosa sangre fría le hace un “Globito” a Cisneros, un sensacional golazo que sentenció el partido y logró que el monumental se viniera abajo. Allí mismo empezó el baile desenfrenado, la locura generalizada y esa efervescencia desatada que embargó los corazones cremas.

Para resaltar quedó una noche memorable del “Toñito” Gonzales que entendió que él podía jugar, sin querer asemejarse al “puma” Carranza. La solvencia en los tres maderos del “gato” Fernández, que nos demuestra ser una placentera realidad. La figura descollante de un Neyra made in Careca, fundamental en cada resultado. La experiencia al servicio de los demás del “negro” Galván, los pulmones de los “todo terrenos” Rainer y Miguel Torres y sobre todo la mística religiosa y la explosión de un desequilibrante “vagón” Hurtado. Pero no se puede ser mezquino con los mas jóvenes, Rabanal, Balta e incluso hasta del mismo “malingas” aunque aún tenga cuentas pendientes con el gol.

Celebra hoy crema de corazón, los honestos del alma futbolera te saludan con hidalguía porque tuvieron que pasar 6 largos años para que nuevamente pongas tu nombre en el pedestal de la gloria acariciada, por ello el destino te brindó con justicia, una linda fiesta con sabor a merengue.

Triunfo hispano y del fútbol moderno

Domingo sin clásico, razón obligada para concentrar la atención y las ganas alrededor de una suculenta parrilla con los amigos, para ver la final de esta eurocopa que mas allá de darnos mas de una sorpresa, ha dejado una estela de nuevos aires para el fútbol actual, donde los equipos y los resultados han dejado de ser demasiado predecibles y las distancias se hayan hecho muy cortas.

El carbón ya esta en su punto y los equipos a la cancha. Los comentarios preliminares son de rigor, esta Alemania no tiene cara de disputar una final y es que siempre arma equipos para ganar partidos y campeonatos, mas que para brindar un buen juego, lo suyo es el resultado, a desmedro que a veces sus jugadores parezcan témpanos de hielo y el equipo en si parezca una aplanadora intimidante. España por historia nunca ha tenido el toque sudamericano ni la técnica brasilera, mas bien siempre se caracterizó por atropellar su furia incontenible en sus intentos por buscar el resultado, porque no encontraba el equilibrio entre la fuerza y la habilidad, pero en su torneo están los mejores exponentes de esta parte del continente y ello debe haber sido una buena forma de aprender la lección.

La realidad le dio el cachetazo oportuno y percibió que es un país europeo, pero de idioma distinto y como hace siglos, zarpó en su barca de las encrucijadas para buscar nuevos aires futbolísticos, hoy muestra un juego mas bien vistoso, uniendo el talento y la destreza de sus jugadores, acomodando un estilo que asemeja esa sangre latina que alimenta y comparte su entorno, hoy en que el fútbol moderno predomina el estado físico superlativo y la disciplina táctica como dogma para lograr buenos resultados, el hecho de jugar bien y como consecuencia lograr el triunfo, viene a ser una buena causa para apostar por el uso de la inteligencia y el buen fútbol.

Alemania empezó ajustando, España se fue acomodando y copando la cancha, manejando los tiempos y apoderándose del balón, para ello su mediocampo fue fundamental, Iniesta, de gran labor, pero especialmente, Marco Senna –la sangre sudamericana y el primer brasileño en ganar la Eurocopa- unidos a ellos estaba Fábregas –que remplazaba al lesionado Villa- delante de ellos el Xavi Hernández y Silva, atrevidos para el desplante hacia Ballack y Cia. Tocando y rotando para evitar la marca teutona, dejando arriba al “Niño” Torres para el desequilibrio en avanzada. Era momento de acompañar la carne en el asador con un buen vino.

Aquel testarazo de Torres que pegó en el poste, fue la clarinada de alerta, pues a los 33’ el Xavi Hernández habilita magistralmente al atacante del Liverpool, cuando parecía que Phillipe Lahm tenía controlada la jugada, el español da tres trancos y gana la posición, cuando sale Lehmann se va muy rápido al suelo y el 9 define a lo torero, con un puntillazo preciso y sutil que fue a clavarse en el corazón acelerado de una Alemania, hasta ese momento muy errática. El “niño” Torres celebra a plaza llena y se empezaba a escribir esta historia que ya llevaba 44 años sin escribirse una línea.

El carbón se fue extinguiendo, como esta Alemania, que no encontraba espacios libres y entonces España asumió el control del juego. Ante la ausencia de ideas el partido se fue haciendo de un solo lado y el marcador resultaba insuficiente para describir lo que pasaba en el verde. Así llegó el final y el triunfo de gran magnitud para esta España que apostó por el fútbol bien jugado, un poco asemejando ese toque sudamericano, la fuerza europea y creando esa ilusión eterna que también se puede ganar con una dosis de alegría.

Esta eurocopa nos ha dejado muchos nombres en deuda, también que en el fútbol moderno prima un estado físico superlativo y una disciplina táctica exigente, el objetivo es el resultado a desmedro que vaya en contra del hincha que en la tribuna pide espectáculo. Para los amantes del buen fútbol, quizás resulte romántico o hasta cursi que en el nombre de la modernidad, el fútbol y algunos equipos se parezcan a un juego de Play Statión, donde los técnicos se convierten en titiriteros virtuales de sus jugadores y las habilidades individuales de estos, estén supeditadas a la destreza del manejo de un control de mando electrónico. En ese juego me siento como el bisoño oponente, que solo quiere divertirse un poco mas de la cuenta.